Los miles de folios de la Gürtel abandonan el Tribunal Supremo. Así lo han decidido LB y JM (Luis Bárcenas y Jesús Merino en la contabilidad A) al dimitir. Se baja un escalón: seguirá instruyendo el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y, si le siguen obligando, el del País Valencià. La llegada al TSJM fue un logro para el entorno de la Gürtel: en los primeros días recordaréis que el PP explicaba mojito en mano que la Gürtel era un invento creado por Garzón. Una vez arrancado el caso de sus manos, todo saldría bien.
Todo el mundo mira a los diputados del PP madrileño. Su fuero es el que mantiene una parte importante de la causa en el TSJM. Si dimitieran perderían un año de sueldo (aunque esta gente siempre encuentra un buen puesto como asesor de una consultora, valga la redundancia). El caso bajaría otro escalón y volvería a la sala 2ª de la Audiencia Nacional, cuyo malvado juez instructor se iría de caza con quien hiciera falta. Salvo por el nimio detalle de que a ese malvado asesino de bambis nos lo vamos a cargar pasado mañana o, en el peor de los casos, en un mes.
Si los tres diputados no adscritos (pero que votan y cobran como si estuvieran adscritísimos) dimitieran en el momento adecuado el caso quedaría en manos de quien supliera a Garzón. Y el nuevo tendría algunas claves sobre la mesa de su despacho. Sabría, por ejemplo, que si se pasa de la raya habrá terminado con su carrera. La otra alternativa, aún mejor, es que tras las honrosas dimisiones de los tres no adscritos por fin se unificase el sumario… en el TSJPV: si el más que amigo instruyera el caso subiría el precio de los relojes ante la inminente salida del talego sin cargos de Correa y del Bigotes.
Los fueros se hicieron para que los cargos políticos no fueran perseguidos por su actividad y preservaran su independencia. Seguramente en su momento, o para casos determinados, tuvo sentido. Pero en general los fueros se han convertido en auténticos blindajes para que algunos delincuentes usen su presencia en las instituciones como parte de su estrategia de defensa.
Una Estado tiene difícil considerarse de Derecho si el funcionamiento de la Justicia es radicalmente distinto en función de quién sea el acusado. Hace apenas una semana vimos la radical ausencia de blindajes que tiene un medio de comunicación ante el ataque de un juez que acepta pruebas inventadas, mira para otro lado cuando hay posibilidad de torturas y cierra inconstitucionalmente un periódico. Ahora que alguien explique por qué en un Estado de Derecho Luis el cabrón tiene que tener más garantías judiciales que un periódico. Al menos, Luis el cabrón ha sido defendido por la prensa mientras ésta ha podido y a Juan del Olmo nadie le juzgará por prevaricador.
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