Esta semana ha salido a la luz pública un vídeo que muestra cómo el ejército estadounidense dispara contra dos periodistas desarmados, mata a uno en el acto y remata al otro cuando se arrastra herido por el suelo, dispara contra varios civiles más que llegan para socorrer al herido, entre ellos dos niños a los que altos mandos estadounidenses optan por entregar a la policía iraquí en vez de trasladarlos a un hospital militar norteamericano, demorando de este modo su atención médica y negándoles atención médica de primera calidad.

Al ver este vídeo es inevitable recordar  lo ocurrido el 8 de abril de 2003, cuando el ejército estadounidense mató al cámara español José Couso. Y es probable que sea más fácil entender por qué la familia Couso y los periodistas testigos del ataque seguimos teniendo dudas razonables sobre la versión de los hechos ofrecida por el Pentágono.

Aquél día, hace ya siete años, unos doscientos periodistas europeos y estadounidenses nos alojábamos en el hotel Palestine de Bagdad, una circunstancia que conocían perfectamente los altos mandos del ejército de Estados Unidos. Esa mañana del 8 de abril de 2003 estábamos en los balcones del hotel grabando las imágenes de los carros de combate norteamericanos que se encontraban en uno de los puentes sobre el río Tigris. Filmamos durante horas. Igual que nosotros vimos y registramos sus movimientos, los ocupantes de dichos carros de combate observaron durante horas cómo decenas de periodistas con sus cámaras trabajábamos en los balcones del hotel, algunos de nosotros con chalecos en los que se podía leer PRESS, prensa en inglés. Estábamos por tanto perfectamente identificados por los militares estadounidenses.

Más en El minotauro anda suelto, el blog de Olga Rodríguez en Periodismo Humano.

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