Hace unas semanas escribía Pascual Serrano que Gomorra es el libro que mejor explica el capitalismo. Da la impresión de que El auto de Jaume Matas es la novela que mejor explica la política española.

A Jaume Matas no lo echan de ningún lado. Él se va, cargado de equipaje. El lunes  pasado pidió la baja temporal del partido incompatible con la corrupción y el martes dimitió de la empresa auditora a la que no pidió empleo, sino que ofreció sus servicios: PricewaterhouseCooper.

En el imprescindible libro Izquierda y Republicanismo, Armando Fernández Steinko cuenta algunos de los mecanismos por los que se ha forzado a los gobiernos  a adoptar políticas económicas monetaristas (neoliberales, vaya) hasta llegar a la crisis. Uno de esos mecanismos han sido las empresas desde cuyo púlpito se da por buena o por mala la deuda pública de tal o cual Estado, obligando a éste a venderla más cara si no es del gusto de esas empresas. O se hacen pronósticos sobre laderiva económica de un país: pronósticos que ejercen de profecía autocumplida pues son reproducidas por todos los medios de comunicación, lo que hace que influyan en los indicadores económicos (la base de la economía neoliberal es la misma que la del fútbol según Valdano: el estado de ánimo). Tales empresas no son ONGs regidas por monjitas, sino emporios que habitan en los tuétanos del capitalismo financiero y que por tanto premiarán a aquellos Estados cuyas políticas económicas faciliten el rendimiento de las operaciones especulativas (crecimiento de la Bolsa, ladrillazos,…) frente a aquellos que se propongan orientar su economía hacia sectores productivos. Bien mirado el chantaje descrito por Steinko se hace al Estado y los gobernantes cederían a él altruistamente: ellos no tienen nada que perder personalmente pero dicen considerar que es mejor para el conjunto reorientar la política económica y que gracias a ello nos salga más barato el endeudamiento público, o la mirada amable de estas empresas genere un ánimo favorable a la prosperidad económica general.

Otros mecanismos para condicionar las orientaciones en política económica son más duros: afectan directamente al bolsillo del cargo público. Hace unas semanas pasó de puntillas el debate sobre los planes de pensiones privados de los políticos. Al final supimos que todos los diputados y todos los senadores tienen un plan de pensiones privado (gestionado por el BBVA) pagado por el Estado. Los planes de pensiones privados son más o menos rentables en función de las subidas y bajadas de la bolsa, por lo que el plan de pensiones incentiva económicamente a los diputados que apuesten por una política económica que potencie la especulación bursátil. Por otra parte, imaginemos que el BBVA tuviera problemas económicos y se planteara el debate sobre socorrerlo o no: ¿qué tenderían a votar sus señorías?

El trabajo (perdón, la prestación de servicios) de Matas es la forma más acabada de corrupción. No es insólita: es más sorprendente aún que se creara para Zaplana un puesto directivo de Telefónica consistente en ser asesor para Europa; téngase en cuenta que por ignorar idiomas Zaplana no aprendió ni valenciano durante sus años de Molt Honorable brazo incorrupto del PP. Matas dedicó su presidencia balear a enladrillar y asfaltar las islas. Como Ministro de Medioambiente tampoco pasó a la historia por detener la política de destrucción del litoral español. Con esas prácticas perjudicaba a las Islas Baleares, sí, pero se garantizaba que cuando fuera a ofrecer sus servicios a empresas que estén en el ajo neoliberal sería recibido con los brazos abiertos.

Es una práctica generalizada: PricewaterhouseCooper contrató de golpe a tres asesores que venían de la política: junto a Matas entraron Luis de Guindos y Jordi Sevilla. Si un cargo político se pone del lado del trabajador frente a las grandes empresas, más le vale tener ahorros, pues la jubilación política no será tan agradecida como de quien sepa a qué arbol arrimarse. Otros consiguen durante su ejercicio tener esos ahorros y garantizarse el cobijo de una buena sombra.

¿La política está mal remunerada? Depende del tiempo que compute y a quién se entregó la vida política: ni Felipe González ni José María Aznar han tomado posesión como miembros del Consejo de Estado por ser incompatible con sus grandes ingresos en el sector privado. Julio Anguita volvió a dar clases en un instituto; Gerardo Iglesias volvió a la mina.

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Sobre Matas puedes leer más en Moscas en la Sopa, Ventanas de falcón, Punts de Vista, el blog de Eberhard Grosske,

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