Publicado en la web de Radio Nederland y visto gracias a Aurora:
Los jueces del Tribunal Supremo están dispuestos a que España haga el espantoso ridículo de convertirse en un país que se arroga el derecho de investigar crímenes contra la humanidad en cualquier lugar del globo – menos dentro de sus propias fronteras.
El Supremo acaba de decidir que se mantenga una acusación contra un magistrado que quiso investigar crímenes de guerra cometidos por subordinados del general Franco durante la Guerra Civil española. Esa acusación dice que “abusó de sus poderes” al querer buscar datos sobre esos crímenes, pues, dice el acusador, ya están amnistiados. Da la casualidad – pero cualquier cosa menos casualidad, claro – que el acusado es el juez Baltasar Garzón, mundialmente famoso por haber hecho detener al general Pinochet precisamente por crímenes contra la humanidad.
El mensaje del Supremo es alto y claro: que nadie, nisiquiera un famoso juez, se ponga a escarbar en los crímenes de la dictadura de Franco. Ahora bien, el hecho de que el Supremo mande tal mensaje, a pesar del descrédito a escala mundial que eso significa para España, inevitablemente lleva a una pregunta: pero ¿qué es lo que les da tanto miedo en una eventual investigación sobre los crímenes de Franco?Ese dictador español está muerto desde hace 35 años, y su régimen también. La Historia ya ha sentenciado que fue una dictadura criminal; nuevas investigaciones no cambiarán nada en ese juicio. Lo que pasa es que todavía hay familias españolas ricas y poderosas que deben su actual posición social al hecho de que algún abuelo hizo de sicario de Franco. Les da pavor que esos nombres pudieran salir a la luz todavía. (La amnistía que les ha protegido hasta ahora fue decretada por los propios franquistas, antes de España tuviera su actual constitución democrática, y por lo tanto es una dudosísima base legal.) Por otra parte está el hecho de que los crímenes cometidos por aquellos sicarios fueron silenciados por los jueces que Franco nombró – y que a su vez promocionaron a buena parte de los magistrados que hoy dirigen los tribunales en España. Ésa es la ciénaga que el Supremo no permite destapar.
El mejor humorista de la prensa española, Peridis, lo describe gráficamente en unas viñetas publicadas en el diario El Pais. En la primera imagen se ve al juez Garzón con una caña de pescar, intentando alcanzar a Franco que está en el Más Allá. En la segunda imagen, Franco ha lanzado a su vez no una caña, sino tres, para “pescar” a Garzón, mientras le dice: “Sale usted mucho en las pantallas, y se ha hecho enemigos.”
Es un resumen perfecto de este esperpento.El juez Garzón se ha hecho famoso, pero nunca se preocupó de hacer amigos. Y ahora que sus actuaciones como juez molestan a los franquistas, quieren “cazarlo” por tres vías. Una, acusándole de “abuso de poder” en su investigación sobre crímenes de la guerra civil española. Dos, torpedeando su investigación sobre una enorme trama de corrupción en el partido conservador español, el llamado “caso Gürtel”. (El tribunal superior de Madrid acaba de rechazar las pruebas del caso reunidas por Garzón a través de escuchas telefónicas. Aunque el caso sigue adelante, porque existen otras pruebas importantes, está claro que los magistrados superiores quieren desacreditar al juez Garzón.) Y tres, unos abogados de extrema derecha llevan adelante un proceso contra Garzón por la financiación que consiguió de un banco para un seminario jurídico en Nueva York. Sugieren que el juez así obtuvo un sobresueldo ilegal, y evidentemente buscan manchar su buen nombre.
En toda lógica, Garzón debería salir absuelto de esas tres acusaciones. Pero mientras tanto, los magistrados conservadores mantienen la amenaza de apartarle de su cargo “en espera de juicio”. Todo vale con tal de mandar al ostracismo a Garzón y al tipo de justicia que él representa. Aunque sea a costa de que España haga el ridículo más espantoso. Sinceramente, me pregunto cuándo la nación española se planteará si ésta es la judicatura que se merece.
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