En 1997 el Sinn Fein pidió al IRA un alto el fuego el 19 de julio. El IRA comunicó el 20 de julio un alto el fuego: al día siguiente. En 1998 la izquierda abertzale firmó el 12 de septiembre el acuerdo de Lizarra en el que se exigía el fin de la violencia. El 16 de septiembre ETA comunicó un alto el fuego: a los cuatro días. El 16 de febrero de 2010 la izquierda abertzale hizo público el comunicado Zutik Euskal Herria en el que anunciaban unilateralmente un proceso “en ausencia total de violencia y sin injerencias, rigiéndose el diálogo y la negociación entre las fuerzas políticas por los principios del Senador Mitchell“. Un mes después la primera noticia que hemos tenido de ETA es la muerte de un policía francés que se acercaba a impedir un robo en un concesionario.

Es obvio que lo de ayer no fue un atentado premeditado. Pero también lo es que fue el terrible resultado de andar jugando con fuego. Un mes después de que la izquierda abertzale ilegalizada reclamase la ausencia total de violencia, ETA ha preferido mantenerse en la nebulosa, callarse y dejar que el tiempo pase. Con ello sólo hacía, hasta ayer, daño a la credibilidad de la apuesta de la izquierda abertzale: ésta es creíble si ETA abandona las armas de forma verificable o si, en el peor de los casos, sigue con las armas pero la izquierda abertzale ilegalizada rompe con ella; mientras no se dieran ninguna de las dos condiciones, la credibilidad o no de la renuncia a la violencia de la izquierda abertzale era cuestión de voluntarismo.

Además de acabar con la vida de un policía que iba a intentar evitar un atraco, ETA consiguió ayer dar munición política a quienes llevan un mes anunciando que Zutik Euskal Herria es una farsa: aquellos que no quieren ver ni por asomo un intento de pacificación y normalización política en Euskadi. Tras el policía francés y su familia, a quien más daño hizo esa muerte fue a la izquierda abertzale cuya apuesta política es hoy mucho más débil; y después, a quienes desde otras posiciones políticas seguimos creyendo en la necesidad de buscar la paz y la plena democratización de Euskadi.

No fue un atentado planificado, pero evidentemente lo de ayer se hubiera evitado si ETA hubiera tenido el mínimo coraje para responder a la propuesta de la izquierda abertzale: hubiera bastado un o un no, a partir del cual todo el mundo se ubicara, comenzando por la izquierda abertzale. Como hizo el IRA en 1997; como hizo la propia ETA en 1998. En un mes no ha habido ni una palabra, sólo el tiroteo y el muerto de ayer. Ya es tarde, pero ahora no puede haber excusas para que, inmediatamente, ETA aclare si va a acatar el proceso anunciado por las bases de la izquierda abertzale y el de ayer será el último muerto que causa o si va a desacreditar a la que se supone que es su gente con más muerte y sufrimiento, com más injerencias, injusticias y violencia.

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