En los dibujos animados antiguos aparecían dos angelitos, uno celestial blanco y el otro infernal rojo, intentando convencer a un personaje de que permaneciera o se saliera del raíl cada uno con sus propios argumentos. Algo así parece sucederle a Zapatero en casi cualquier tema. En los dibujos animados, creo recordar que la tensión se solía resolver a favor del angelito rojo (el enviado por el rebelde ángel caído) aunque finalmente el personaje se arrepintiera (los dibujos animados antiguos no tenían por costumbre alentar la rebeldía). Zapatero ha conseguido una fórmula alternativa: utiliza en sus discursos el argumentario del ángel rojo pero hace exactamente lo que le mandaba el otro ángel, el de orden, el enviado por el poder.

Este fin de semana se lo ha pasado Zapatero en actos previos al Día de la Mujer. En tales actos ha utilizado discursos feministas amables, facilitados (reconozcámoslo) por las pequeñas hordas ultras que permiten a cualquier ser humano con una mínima sensatez ser una vanguardia de la emancipación (¡cuánto debe Zapatero a esos  integristas que ayer con Alcaraz y hoy con HazteOir lo colocan como un mal mucho menor!).

Sin embargo es el otro ángel el que guía sus actuaciones reales. La crisis económica había igualado las tasas de desempleo femenino y masculino, dado que el empleo masculino estaba asentado en los sectores menos sólidos de la economía, especialmente en la construcción y el automóvil (que además son los sectores más dañinos para el medioambiente). En las últimas semanas ha aprobado un nuevo plan para reactivar la construcción mediante la subvención a la rehabilitación de edificios, mientras siguen las ayudas a la compra de automóviles. De las posibles políticas públicas de creación de empleo ha elegido la que nos llevó a la crisis y a la máxima desigualdad laboral de género.

Mientras, se olvida aquella promesa de 300.000 plazas en escuelas infantiles para esta legislatura y tampoco se vuelca en que la Ley de Dependencia que se aprobó como histórica ofrezca servicios públicos reales. Si el gasto público para la construcción y el automóvil se dedicara a escuelas públicas infantiles y a que la Ley de Dependencia fuera relevante y se concretase en nuevos servicios y no en subvenciones, no sólo se crearían miles de puestos de trabajo, sino que se contribuiría realmente al cambio de modelo productivo (que él dice defender, cuando repite el discurso del angelito rojo)  y  a la emancipación de la mujer. Cuando la escuela infantil se lleva una parte importante de la nómina, se incentiva prescindir del salario de la mujer (generalmente menor y culturalmente más sustituible por labores domésticas). Cuando el cuidado de las personas dependientes no se ofrece con políticas públicas sustantivas sino que se paga con cheques, se está incentivando que la mujer (siempre es la mujer) se quede en casa cuidando del abuelo cobrando el paro y el escueto cheque. Y cuando se muera el abuelo y se acabe el paro, que vuelva al mercado laboral, que ya sabemos lo fácil que es.

Como todo colectivo explotado, la mujer necesita que el ángel rojo no sólo dicte el discurso, sino que tal discurso sea el que se lleva a la práctica.

Feliz 8 de marzo a todas.

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La foto ha sido hecha por ceronegativo (¡Gracias!)

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