Hace unos días leía el relato que contaba en su blog Maripuchi sobre quienes en vez de solidarizarse con las víctimas de una bomba (incluso desde la más radical discrepancia) les exigían que se fueran pues su mera presencia suponía una llamada a la dinamita: «que nos vayamos al monte para no poner en riesgo a nadie […] Otro dice que la que podiamos haber liado con el gas, al decirle que eso se lo diga al que puso la bomba, el tío exaltado diciendo que la culpa es nuestra«. Incluso entre quienes defienden a quienes ponen esas bombas suele aparecer una solidaridad con los receptores de las bombas situándoles como víctimas de un conflicto que ellos quieren que termine o algo así. Son pocos quienes se atreven con la ética del «lo has provocado estando ahí«. Es la ética también del juez que disculpó una violación por ir la violada con minifalda: si una decide vestir como le da la gana y ello excita a un macho ibérico, las consecuencias son inevitables, chata.
Esa misma ética es la que han demostrado Arias, Hillary Clinton, El Mundo, El País y el ABC entre otros muchos al criticar al presidente legítimo de Honduras por intentar volver a su país al ser un imprudente que puede generar incidentes. Tales incidentes consisten en que los golpistas que están violando los derechos humanos de la población hondureña amenazan con volcar su aparato represivo contra quienes acompañen la entrada a Honduras de su presidente legítimo. Si los partidarios de los golpistas vuelven a torturar hasta la muerte a algún seguidor de Zelaya, ya sabéis, la culpa es de Zelaya, por intentar ejercer sus derechos o, más bien, por tratar de cumplir con su deber.
Quienes culpaban a los receptores de una bomba, a la violada,… por hacer simplemente algo a lo que tienen derecho (poner un local político en su ciudad, vestirse a su gusto) estaban siendo terribles cómplices de los agresores. Quienes responsabilizan al golpeado de la violencia golpista se sitúan en ese mismo margen ético.
Información Bitacoras.com…
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Que susto, al leer el título pensé que me lo estabas dedicando a mi…
😉
Creo que el ejemplo de la violada no viene a cuento. El uso de la libertad es sagrado, pero quien actúa con libertad debe ser consciente de los riesgos que pueda haber. Ejemplo: derecho inalienable es desplazarse por donde uno quiera, pero ¿a cuántos se les ocurre ir a pasar las vacaciones en Gaza durante el bombaerdeo, o en Basora, etc…?
Libertad, toda.
Sentido común, todo.
Asunción consciente de riesgos, también.
Lo del juez aquél: impresentable, por descontado.
Por otra parte, creo que Zelaya hace bien y quiero creer que sus seguidores asumen los riesgos conscientemente. Distinto sería si estuviesen siendo manipulados y Zelaya se aprovechase de esas manipulaciones.
Hay una interesante galería de imágenes que registran muchos momentos del golpe de estado y días posteriores. Incluso se puede ver cómo las fuerzas del ejército asaltan la residencia presidencial para secuestrar a Zelaya. La prensa tenía muy claro que esto iba a suceder. http://www.boston.com/bigpicture/2009/07/the_honduran_coup_detat.html
El erizo tiene parte de razón cuando dice que hay que tener sentido común. A todos (¿a todos?) nos encantaría que todo el mundo respetase al resto, independientemente de la creencias, ideas o acciones de cada cual. Pienso que esta es la premisa ESENCIAL de toda sociedad, el respeto mutuo. Lamentablemente vemos demasiado corrientemente que este mundo idílico no es así, ni lo ha sido, ni probablemente nunca lo sea. Siempre habrá elementos que no respeten al resto de la comunidad y que hacen de su chulería, prepotencia y desprecio hacia el resto seña de identidad. Para esto están (o deberían estar) las leyes que sancionan Y REPRIMEN tales conductas y procuran (o deberían procurar) que, los que SÍ respetamos al resto, no tengamos que sentirnos constantemente amenazados por aquellos que no lo hacen. El caso de la minifalda es un ejemplo de lo que digo.
El problema en Honduras es que Zelaya sabe perfectamente que, a pesar de contar con el respaldo de la ONU, Mercosur, el ALBA, la UE,… le falta el ÚNICO respaldo que realmente posibilitaría que se le reintegrase en su puesto y que los culpables del golpe de estado fuesen castigados: los USA.
Y como sabe que ese respaldo no lo va a tener mientras insista en militar al lado del pueblo y enfrente de la oligarquía hondureña y las multinacionales yanquis no le quedan más que dos caminos: o se rinde y renuncia a luchar en pos del bienestar de la inmensa mayoría de su pueblo, o mantiene una actitud combativa.
Esta segunda actitud es la que parece haber elegido, y es muy probable que ésta propicie que las fuerzas represoras sigan matando seguidores de Mel. Eso también lo sabe, pero pedirle que renuncie a luchar por su pueblo a cambio del chantaje de su responsabilidad moral en los futuros muertos al no haber renunciado a presentar batalla es mezquino.
Y eso fue lo que le pidió la máxima autoridad católica hondureña al poco de ser expulsado del país. Nada nuevo bajo el sol.