En las elecciones generales de 2008 toda la militancia y los dirigentes de Izquierda Unida coincidía: un 3.77% era un pésimo resultado. En las elecciones europeas de 2009 hemos obtenido un 3.71% que merecería una mirada igualmente autocrítica. Hemos mantenido los dos escaños (1+1), sí, pero eso no se debe más que a dos circunstancias: la ley electoral en las europeas es justa y los escaños a repartir son relativamente pocos lo que hace que el voto tenga que variar bastante para que varíe el número de escaños. Ni sociológica ni políticamente supone ningún avance el mantener esos dos escaños: sólo es un resultado de aplicar la ley electoral.

Probablemente el mensaje que ha intentado transmitir Izquierda Unida haya sido el correcto en un tiempo en el que el análisis es sencillo: la crisis económica pone en bandeja la crítica al sistema económico y a las instituciones para-democráticas. Además hemos centrado la campaña en propuestas mientras los dos grandes partidos se intercambiaban mierda. Pero no hemos conseguido que ese mensaje pasara de nuestro primer círculo de influencia: seguimos resultando inexistentes para amplias capas de la sociedad. Y a esas capas sólo podremos llegar si hacemos un esfuerzo importantísimo por tomar contacto directo con la ciudadanía (algo que se puede traducir en medidas concretas y que no sólo quiere decir acudir a las manifestaciones), complementado con nuevas formas de comunicación que sólo hemos empezado a ensayar en estas elecciones. No vale con quejarse de que los medios han decretado la inexistencia de IU (algo que es cierto con escasas excepciones), sino que hay que tomar medidas imaginativas para que ese decreto no se cumpla.

En noviembre de 2008 Izquierda Unida se dio un plazo de un año y medio para refundarse. Falta menos de un año y apenas hemos dado pasos. La refundación de IU no es sólo encontrar un coordinador que nos guste y tener un poco de paz interna. Eso es necesario pero absolutamente insuficiente. Ni siquiera es sólo cumplir la ley y hacer un censo nuevo, aunque también. Hace falta apelar a todas esas izquierdas dispersas a encontrarse con Izquierda Unida, desde la lealtad y desde la generosidad y también a reencontrarnos entre nosotros resolviendo los conflictos internos enquistados. Tenemos que dotarnos de estructuras radicales, novedosas y democráticas dispuestas a afrontar tiempos nuevos (y muy difíciles para todas las izquierdas): estructuras que sean coherentes con aquellas propuestas que lancemos a la ciudadanía y que por tanto vengan dictadas de abajo hacia arriba. Y esa refundación tiene que ser coral: debe realizarse en el conjunto de Izquierda Unida y en cada una de sus partes.

La refundación era inaplazable ya por motivos democráticos: era el mandato de la IX Asamblea. Ahora lo es también por motivos prácticos: las europeas nos consolidan en el suelo electoral de 2008. Y esa refundación exige muchas cosas, pero la primera que apartemos los palos en la rueda de un proceso refundador inexcusable. Para cumplir el proceso refundador ordenado por la asamblea tenemos que permitir que se ponga en marcha ya mismo para que antes de fin de año estemos en disposición de culminarlo y asentar una organización imprescindible para que haya alternativas a la podredumbre.

A por ellos, IU.