Ayer emitió un debate TVE entre el cabeza de lista del PSOE y el cabeza de lista del PP. Nadie explicó por qué se excluía a las demás cadidaturas, aunque tuvimos noticia de que bastante les jodía no poder silenciarlas también en el resto de la programación.

A pocas herramientas retóricas de las que disponga uno, es relativamente sencillo argumentar a favor de cualquier insensatez. Lo único que hay que tener en cuenta es que el argumento utilizado se le puede volver a uno en contra. Durante años se ha excluido a Izquierda Unida (tercera fuerza política española) de todos los debates con el mismo argumento: los que tienen posibilidades de colocar a uno u otro presidente del gobierno son PP y PSOE. El argumento ya era falaz, porque todo grupo que se presenta a las elecciones por un número suficiente de circunscripciones puede ser mayoritario y por tanto colocar a un presidente del gobierno. Además, de acuerdo con la sacrosanta constitución, en España no hay elecciones a presidente más que en las comunidades de propietarios: en las elecciones generales, autonómcas y municipalesse decide la composición del parlamento o ayuntamiento, que será el que elija presidente del gobierno o alcalde (o presidenta o alcaldesa).

Pero supongamos que lo importante es que puedan debatir las dos opciones que dirimen quién presidirá el gobierno. Hemos de entender que ese criterio vale siempre. También en las elecciones europeas.

Resulta que el debate de ayer se hizo entre dos partidos que comparten muchísimas cuestiones europeas: entre ellas el candidato a presidir la Comisión europea. Ambos se han comprometido a apoyar la reelección del candidato de la derecha europea y anfitrión de la Cumbre de las Azores, José Manuel Durão Barroso. Si no me equivoco, sólo hay dos candidatos a presidir la Comisión que sean defendidos por candidaturas españolas: Durão Barroso, que es el candidato cuya investidura defienden PP y PSOE, y Oskar Lafontaine, candidato que propone el Partido de la Izquierda Europea, al que pertenece Izquierda Unida.

Por lo tanto, si los argumentos que se usaron otras veces para excluir a Izquierda Unida fueran reales, en esta ocasión tenía que haber debatido el cabeza de lista de Izquierda Unida-La Izquierda, Willy Meyer, frente a una persona que generase consenso entre el PSOE y el PP: quizás Patxi López; a lo mejor Enrique Múgica, por qué no Eduardo Serra. Acaso el propio anfitrión de las Azores, que domina el castellano.

No esperemos que cambien ahora de argumento. Ya han decidido no disimular y decretar que la existencia de Izquierda Unida es algo que se rumorea en Internet, pero que cualquiera que vea la tele sabe que es un burdo rumor.

Hagannos caso: el debate es entre si Tratado de Lisboa sí o sí, entre Durão y Barroso, entre la directiva del retorno y la directiva de la vergüenza, entre Pili y Mili. La suerte está echada: absténganse, no hay alternativa.