Esperanza Aguirre, la lideresa del Equipo E, está en campaña para un akelarre que ha montado este fin de semana en contra de la revolución cubana. Es la obsesión de la ultraderecha. Y cuando uno está obsesionado llega a decir muchas tonterías. Hace unos días decía la lideresa (quizás más preocupada por las posibles cámaras que la espiaran que por las palabras que emitiera) que no puede comprender que haya políticos que viajen en Cuba avalando así la dictadura más horrorosa que ha deparado la historia de la humanidad y de las demás civilizaciones que haya por el Universo que el buen dios creó en algo menos de una semana.

Esperanza Aguirre no es precisamente parca en viajes. En la página oficial de la Comunidad de Madrid S.L. hay, por ejemplo una detalladísima crónica del viaje de Esperanza Aguirre por ese paraíso de las libertades que es China. Allí se puede ver en portada una foto de la visita de Esperanza a la empresa Cojinetes de Fricción S.A. en Shangai, que sin duda se instaló allí por el magnífico conocimiento de los cojinetes (una de las pasiones de Esperanza Aguirre) que tienen los nobles habitantes de Shangai y no por los sueldos miserables y las impúdicas condiciones de trabajo que supone fabricar los cojinetes en China: allí sí que no habrá una huelga. Que en China se produzcan masivas violaciones de derechos humanos, incluido un número desconocido de ejecuciones de ciudadanos que supera incluso a Estados Unidos no preocupó a Esperanza Aguirre. En China los amigos de Esperanza Aguirre (y cuando digo «amigos de Esperanza Aguirre» me refiero a las personas susceptibles de ser espiadas por la lideresa o sus sabuesos) pueden hacer negocios, así que los derechos humanos de los chinos desaparecen del imaginario de nuestra espía en jefe. Suponemos que el viaje a China no se pagó en efectivo, como cualquier viaje a Sudáfrica, sino que lo pagamos entre todos los madrileños.

Cuando formaba parte del Gobierno, en España veraneaba todos los años y se daba fabulosos abrazos con todo dios el rey Fahd, corrupto mayor del mundo, y gobernante de una dictadura tal que no censura algunas películas, sino que tiene prohibido el cine en su conjunto. Pero tiene petróleo para dar y sobornar: los derechos humanos de los saudís nos dan exactamente igual, como es liberal. No se conoce una crítica aguirrista a la familia saudí, fiel garante de los derechos humanos de su leal pueblo.

Uno se puede creer a Esperanza Aguirre cuando habla de su swing golfista o de su peinado. Cuando habla de derechos humanos tiene la misma credibilidad que cuando denuncia la corrupción de algún concejal: ¿ella, que no se llevó el dosier de las 69 páginas a China?

De Cuba, la lideresa sólo quiere sacar tajada. Sólo quiere convertir la isla en una China caribeña que sirva de estercolero laboral de sus socios. Su discurso es sólo un patético envoltorio de su voluntad indisimulada de saqueo.