Son conocidas las idioteces grandilocuentes de Ahmadineyad que un día organiza un congreso que afirma que el III Reich estaba más cerca de un baile de disfraces que del Holocausto y otro día afirma que los israelíes deberían ser destruidos. No es conocido, en cambio, ni un acto del gobierno iraní de guerra, o que simplemente cause la muerte de algún israelí. Ahmadineyad es un bocazas, eso parece indiscutible; pero los hechos nos dicen que es un bocazas inofensivo (al menos de las fronteras iranís hacia afuera).
Hamas también tiene en sus textos fundadores palabras de máxima agresividad hacia Israel. En ocasiones esa agresividad se ha convertido en brutales hechos (cabría diferenciar al partido político llamado Hamas y a la organización armada llamada Hamas, pero me temo que no esté el horno para sutilezas). No así en cambio desde que tiene funciones de gobierno. Como suele suceder en partidos como Hamas, el discurso incendiario pretende ser pragmático en cuanto se pasa de la oposición al gobierno. En los últimos años, la agresividad que se atribuye a Hamas ha sido poco más letal que la de un grupo de gamberros inconscientes alimentados sin duda por el odio que genera la condena al hambre, la miseria y la falta de medicamentos que consigue el inhumano cerco israelí. Quedan lejos los tiempos de terroristas suicidas que acaban con alguna decena de vidas civiles en el centro de alguna ciudad israelí, aunque uno puede estar convencido de que lo que está haciendo el gobierno israelí genera un odio que probablemente acarree terribles consecuencias para su propia población. Hoy sólo hay algún cohete artesanal muy útil para la propaganda israelí y muy poco para una ofensiva ‘militar’. Hamas fue una organización bocazas (me siento incapacitado para llamar bocazas ahora a nadie que esté conviviendo ahora con el genocidio causado por el gobierno de Israel), pero no parece que sea digna de temor salvo para algunos escasos vecinos.
Cada vez que desde Gaza o desde Teherán se emite alguna declaración grandilocuente sobre arrojar a quien sea al mar ocupa los titulares de los periódicos de orden a pesar de saber a ciencia cierta que es pura charlatanería. Hace unos días un diputado israelí explicó que lo que habría que hacer es arrojar la bomba atómica sobre Gaza. No ha sido noticia más que en medios alternativos: ningún periódico de papel ha otorgado al asunto ninguna relevancia. Y me parece bien. El diputado en cuestión es un bocazas con instintos criminales, pero él no es el peligro. Ni va a gobernar ni, en el caso de que lo hiciera, arrojaría la bomba atómica siquiera por cuestiones de índole práctica: los efectos a medio plazo alcanzarían a su propio pueblo y de hecho es más efectivo el genocidio lento pero implacable que se pueda intensificar durante las campañas electorales. Es un bocazas y de los grandes pero lo que asesina no son las declaraciones de este tipo.
Mientras, hay señores con corbata que hacen declaraciones muy respetables, muy ponderadas. Ellos no quieren matar a civiles sino defenderse del terrorismo. Cuando bombardean una sede de la ONU para acoger a inofensivos refugiados a Ban Ki Moon le basta con que Israel le prometa que va a intentar no bombardear de nuevo esa misma sede y que va a investigar como puede ser que si uno lanza bombas sobre toda Gaza, las bombas caigan sobre toda Gaza. La investigación resulta prometedora. Las declaraciones de los gobernantes de Israel no son casi nunca tan grandilocuentes: les basta con los hechos. Además, se hacen con un peinado correcto, sin barba y con una magnífica presencia (a su izquierda, les presento a la ministra de exteriores israelí, Tzipi Livni). Más de mil muertos, de los que 300 son niños, incontables heridos, barcos con ayuda humanitaria amenazados,… pero desde una puesta en escena serena y educada: las declaraciones de quienes dirigen el genocidio sólo son noticia en el mejor de los casos por su escandaloso cinismo.
Estamos tan acostumbrados al periodismo y a la política basada en las declaraciones que se nos olvida que no hay discurso alguno más grave que el asesinato de mil personas. Casi siempre otorgamos más relevancia a una declaración altisonante de algún bocazas que a los concretos actos violentos. Digo casi siempre: si Ahmadineyad dice una imbecilidad mientras cae una bomba en Gaza y mata a 50 personas, lo importante es lo dicho por el iraní; si desde Gaza alguien tira un cohete que rompe unas ventanas mientras un diputado pide la bomba atómica sobre Gaza, no dudemos de que el cohete será la noticia importante.
Compañero, como preguntaría Platón: ¿un bocazar Ahmadineyad? ¿Comparado con quien? ¿Con Bush-Rize-Narkosi-Merkel-Straw-Aznar-Barroso-Olmert?
Puestos a elaborar una lista de bocazas no creo que Irán pueda competir con el occidente embustero y criminal, ni con las palabras ni con los hechos.
También estaría bien que la gente supiera que en internet se pueden hallar cosas como una enorme lista de declaraciones del presidente y de las «traducciones» hechas por la agencia israelí CNN y distribuidas y publicadas por toda la prensa lacaya y sumisa del mundo orbital. Como pasa con la prensa «libre» espanola: «cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia». Carles
Está claro que los que citas son unos bocazas, también (además de unos criminales en algunos casos), pero mi interés aquí es señalar que lo de ser un bocazas es absolutamente irrelevante…
Oido barra. El comienzo me ha confundido. Salud. Carles.
Bocazas y voceros para falsimedia.
Ayer leí algo relacionado:
http://garitaroja.wordpress.com/2009/01/15/la-derecha-israel-el-dinero-y-el-doctor-joseph-goebels/
Ahmadinejad financia el terrorismo y, poseyendo armamento atómico, ha manifestado su muy creíble voluntad de borrar a Israel del mapa. Eso es algo más que tener una gran boca. Lo que más necesita el Diablo es gente que no le crea.
Los mismos que vieron el 11-S como una compensación histórica a los pueblos oprimidos por EEUU, y al 11-M como una lógica consecuencia de las aventuras de Aznar, sabrán justificar lo que sea cuando le llegue la hora a Israel. Vosotros sois los fascistas.
Irich, cada día más ajeno a la piedad y la caridad cristiana, está también cada día más nervioso. Reza, al mismo dios que le reza el millón y medio de presos de Gaza, para que Israel acabe cuanto antes su mandato divino, y que no se le estropeeen a Barak «buenrollito» Obama los 8 bailes de gala a los que tiene que asistir el dia 20.
Confundes piedad y caridad con corrupción moral y favoritismo político. No estoy nervioso en absoluto. Es más, poco me sorprende lo que sucede hoy en la prensa española, a la vista de estos datos, anteriores a la intervención militar en Gaza:
http://aesyd.blogspot.com/2008/12/antisemitismo-en-europa.html
Al menos somos líderes en algo.
irichc aquí no somos fascistas ni antisemitas. Hasta ahí podíamos llegar.
Mira, Hugo, respeto el aguante que estás teniendo con mis comentarios, pero no me hagas comulgar con ruedas de molino. Un doble rasero tan brutal como el que está aplicando la práctica totalidad de los medios españoles, a los que desde las tribunas de la izquierda en internet se exige ser más duros con Israel (!?), sólo puede explicarse desde la acepción de personas. Si no presuponemos un prejuicio en todos estos «informadores», no hay manera de entender la distorsión antiisraelí, sesgo que no se aprecia cuando los conflictos o los contendientes son otros, con independencia del número de bajas y del grado de barbarie que generen. Así pues, en el momento en el que la razón ya nos sirve para el análisis, tenemos que rebuscar entre las pasiones, los bajos instintos y el odio abyecto.
Y no es que quiera tildarte de antisemita para evitar el debate y quedarme en la descalificación fácil. A los hechos y a las opiniones vertidas por ti me remito. Tú mismo has mostrado tus simpatías por Ignacio Escolar, exdirector de Público, quien el mismo día de su destitución, en resumen de su línea editorial sobre este asunto, espetó a un portavoz del ejército israelí desde una radio pública lo siguiente: «No disparáis a los civiles, simplemente les acertáis». En la conversación precedente parecía eximir a Hamas de este mismo cargo, puesto que usan «cohetes y no misiles» y, por tanto, no pueden dirigir su proyectil a un objetivo concreto, aun cuando apunten contra un núcleo con población civil con la única intención de causar este tipo de víctimas. Es decir, donde no hay intención de asesinato (hasta que se pruebe lo contrario), se la asume, y donde a todas luces la hay, se la niega.
Ésta es la actitud y la clase de juicios que avalas. Si «antisemitismo» te parece un término excesivo para definirlos, ponle el nombre que te resulte más adecuado.
«la razón ya no nos sirve para el análisis», quise decir.
Gran apunte. La diferencia entre Ahmadineyad y los dirigentes israelíes probablemente resida en que el primero nunca recibió clases de «Educación para la ciudadanía». El terror siempre ha tenido una puesta en escena moderada, civilizada, educada…
Confundes piedad y caridad con corrupción moral y favoritismo político, ¿mande?
ni el alma más ennegrecida por el odio puede confundir tales cosas, Irich.
Aunque vivas en la ponzoña del pecado más ignominioso recuerda que, con leves peculiaridades casi folclóricas, le rezas al mismo dios al que rezan los palestinos.
Y a nosotros puede que intentes engañarnos pero a Yavé no, ese lo ve todo y te va a acabar jodiendo. No le mosquees. Tiene muy mal vino.
Y Él, aunque anciano, sabe que dijo bien clarito:
Ojo por ojo, NO dijo, Cien ojos por ojo.
Aunque sean de filisteo.
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