La política franco-colombiana [Ingrid Betancourt] sostuvo por activa y por pasiva que es firme partidaria de dialogar con los terroristas para favorecer una salida negociada a su actividad violenta. No lo dijo sólo con respecto al caso concreto de Colombia, sino en general. Es más: terminado su discurso, aclaró, de manera explícita y por si cabían dudas, que su criterio abarca también a España, a Euskadi y a ETA.Quizá la parte más estrambótica del acto europarlamentario vino cuando los miembros del foro de Estrasburgo subrayaron sus  palabras con una cerrada y unánime ovación, porque entre los entusiastas aplaudidores había unos cuantos españoles que desde hace años han dedicado buena parte de sus energías políticas a poner a caldo a cuantos proponen lo que Ingrid Betancourt acababa de defender.

En su columna de hoy en Público.

 Rajoy, como tantos otros políticos, patinó ayer con la vieja cáscara de plátano del micrófono que está conectado cuando se supone que está apagado. (…) Se le han echado encima los militares, la derecha en pleno y, sobre todo, el PSOE, que ha declarado muy solemne, por boca de mi doblemente paisana Leire Pajín (es donostiarra pero ejerce de alicantina), que eso demuestra que el presidente del PP no se toma en serio “las cuestiones de Estado”. (…)

Le explicaré a Leire Pajín lo que es realmente no tomarse en serio las cuestiones de Estado.

Retrocedamos en el tiempo. Estamos en 1992. Fallece el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. El presidente del Gobierno, Felipe González, decide que sea Javier Solana quien lo sustituya en el cargo. Pero el nombramiento tarda días y más días en hacerse efectivo. ¿Por qué? Porque el decreto correspondiente tiene que ser rubricado por el rey de España, que no lo firma porque está en paradero desconocido. Missing. Algunos de sus más allegados dicen, consternados, que parece que se encuentra en algún hotel de los Alpes en compañía de una dama.

En uno de sus apuntes de hoy.