La respuesta de Solbes a la subida de los precios es impropia de una persona seria. Ha explicado que una de las razones de que en 2007 suban los precios a un ritmo asombroso es que parece que los españoles no nos damos cuenta de que «un euro son 160 pesetas». Inmediatamente ha habido quien le ha corregido: no, no son 160 pesetas, sino 166. Pues no. En primer lugar es obvio que la subida de los precios en 2007 no tiene como efecto principal al euro, cuyo redondeo sigue teniendo su efecto (las subidas ya no son de diez pesetas, sino de diez céntimos): los precios de la alimentación y del petróleo son los que han generado el disparate inflacionista de este año (se oyen voces pidiendo que no se traslade la subida de precios a los salarios: espero que alguna vez haya alguien que pida que, ante una hipotética subida generalizada de salarios, no se traslade ésta a los precios). El redondeo tuvo su desolador efecto en 2002 y 2003. Ahora casi nadie piensa las cantidades pequeñas en pesetas y en todo caso sería mentira que el euro de 2007 sean 166 ni 160 pesetas. Según mis cuentas un euro son 136,493 pesetas.

Cuando hacemos la conversión de euros en pesetas comparamos los precios actuales con lo que costaban las cosas cuando había pesetas. Evidentemente el cine a más de mil pesetas es carísimo comparado con las 750 pesestas que costaba cuando podíamos pagarlo en aquellas monedas. Pero es que si hubiéramos seguido con la peseta también habrían subido los precios. Así, la trampa de convertir los euros a pesetas está en que estamos convirtiendo euros de noviembre de 2007 en pesetas de enero de 2002. Pero en estos años el IPC ha subido un 21,9%, por lo que 166,386 pesetas de noviembre de 2007 serían el equivalente a 136,493 pesetas de 2002, que era cuando podíamos comprar en pesetas y que es en los precios que pensamos cuando hacemos la conversión de euros en pesetas. Mil «de las antiguas» pesetas son 7,32 euros de los actuales, es decir, 6 «de los antiguos» euros.

En pleno despegue del precio de la vivienda Rato dijo que tal o cual año que empezaba iba a ser, según sus previsiones, un año de moderación en el crecimiento del precio de la vivienda. Pretendía ser una profecía autocumplida: al decir el Ministro de Economía que los precios de los pisos se moderarían, los compradores esperarían esa moderación y los vendedores con urgencias tendrían que limitar sus ansias pecuniarias. Algo así ha debido de pensar Solbes.

Solbes sabe perfectamente que un euro no son 160 pesetas ni 166 y que el problema de la subida del IPC no está en lo lerdos que somos dando propinas en las cafeterías. Pero si consigue que algún inocente exija en alguna tienda que le cobren a precios de 2002 estará tirando para abajo de los precios. Si todos esperamos que el café nos cueste 60 céntimos (cien pesetas, al cambio de Solbes) los bares tendrán que bajar el precio del café un poquito para no parecer ladrones.

Sospecho que poca gente hará caso a Solbes, sobre todo porque por conocimientos o intuición todos sabemos que ha dicho una tontería (hasta Rajoy, el primo de su primo, le ha dicho que no se deben decir frivolidades), por lo que Solbes no conseguirá frenar la subida de precios y encima habrá quedado como un tontorrón.

Como dijo Zapatero, Solbes nació para esto.