Somos muy pocos los que denunciamos de Ebro para abajo el carácter antidemocrático de la reiterada ilegalización de partidos, periódicos, asociaciones, listas electorales que se viene produciendo en el País Vasco por parte de los dos últimos gobiernos y de la judicatura en los últimos diez años: el cierre de Egin fue en 1998 y todavía no hay ninguna sentencia judicial que justifique el cierre de aquel periódico, algo que debería escandalizar a cualquier persona con una mínima sensibilidad democrática. Una de las respuestas que se reiteran por parte de quienes defienden que la ilegalización reiterada de partidos es plenamente democrática se apoya en que Alemania están prohibidos los partidos nazi y comunista alemanes y nadie considera que Alemania sea menos democrática por ello. Pues esa respuesta era, simplemente, una mentira.

Hemos visto estos días cómo, mientras en España se prohibían los homenajes a tres etarras que, al parecer, murieron en un tiroteo con la policía hace dieciséis años (1), en Alemania los tribunales permitían una marcha en homenaje a Rudolf Hess, suicidado hace 20 años en prisión (2). La marcha en Alemania la convoca el Partido Nacional Democrático que es un partido plenamente legal.

En Alemania se ilegalizó el Partido Nazi (NSDAP) cuando fue invadida por los aliados en 1945. Fue declarada organización responsable de los crímenes nazis. Y por tanto, sus miembros fueron considerados responsables, pues un principio básico de todo Estado de Derecho es que no delinquen las organizaciónes, sino las personas responsables. Con los años se creó el Partido Nacional Democrático, tan identificado con el nazismo como demuestra esta convocatoria de un homenaje al lugarteniente de Hitler. En cuanto al Partido Comunista Alemán, pasa algo relativamente parecido.

En plena Guerra Fría, en 1956, la Corte Constitucional Alemana prohibió el Partido Comunista de Alemania (KPD) como parte de la ofensiva anticomunista de la época. Pocos años después, los militantes comunistas registraron el Partido Comunista Alemán (DKP) que lleva cuarenta años siendo legal.

La ilegalización de partidos o de periódicos debería de ser una práctica extrema que se realice cuando su estructura forme parte de una estructura criminal. En tal caso resulta evidente que sus dirigentes (incluso sus militantes) deben ser condenados por pertenencia a la organización criminal en cuestión. Los escrúpulos que parece mantener la legalidad alemana a la hora de amparar la legalidad de partidos sucesores de los ilegalizados no muestra la debilidad de la justicia alemana, sino una mayor calidad de los principios democráticos manejados.

En España se homenajea constantemente a terroristas muertos: cada 20-N lo hacen unos pocos (no menos que los que pretendían homenajear a etarras responsables de infinitamente menos muertes que Franco); el pasado 18 de julio se permitió una manifestación en Madrid de homenaje a los criminales golpistas que instauraron un régimen del terror durante casi cuatro décadas. Estoy de acuerdo con que se les permita por muy repugnantes que me parezcan sus ideas y por muy criminales que sean los homenajeados. Lo que resulta increíble es que se pueda homenajear a unos y no a otros. Alguien me lo tendrá que explicar.

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(1) La noticia está en varios medios, por ejemplo en 20 minutos.
(2) Se puede leer en El Mundo o en la página de la Cadena Ser.