Sólo he escuchado una crítica esencial a cómo se ha resuelto el caso de las cinco enfermeras búlgaras y el médico también búlgaro (nació palestino, pero al parecer tiene nacionalidad búlgara) que están ya en libertad tras haber salido de Libia. La crítica que escuché (a Josep Ramoneda en la Ser) consistía en que según él (yo no tengo ni idea) la intervención de la mujer de Sarkozy habría encarecido una liberación que ya estaba madurada por negociadores que no necesitaban la foto. Ésa es una crítica técnica, pero no he encontrado una crítica de principios ante algo que, según todos los dogmas a los que estamos acostumbrados en España, debería ser tildado de repugnante como poco.
Repasemos los hechos. Una organización (en este caso un estado, pero tratándose de cuestiones de principios da lo mismo y de hecho un estado es un tipo concreto de organización) captura a seis personas. Les acusa de haber contagiado el VIH a 400 niños y anuncia que va a matar a esas seis personas como represalia por esos contagios. Una serie de organizaciones internacionales piden que no se mate a estas seis personas y los gobiernos europeos negocian con la organización captora (el estado libio) unas condiciones económicas, comerciales y políticas que permiten primero la conmutación de la condena a muerte por una cadena perpetua y después la extradición que se ha convertido en el indulto.
Dado el indulto, debemos considerar que estas seis personas son inocentes. No he escuchado que nadie en Europa ni en Libia haya protestado por su puesta en libertad, así que supongo que nadie cree que le hayan inyectado a 400 niños el VIH. A partir de ahí no sé si alguien es capaz de ver alguna diferencia esencial entre este caso y un secuestro terrorista en el que se amenace con matar al secuestrado si no se cumplen una serie de condiciones. En España hay mucha gente que llamaría a la negociación con quien plantea esa situación ‘cesión al chantaje’, ‘hincar la rodilla’ y todos esos latiguillos que nos sabemos de memoria. Sin embargo, en este caso se ha llegado a un acuerdo que ha salvado la vida de los seis secuestrados con especial protagonismo del campeón de la derecha europea, Sarkozy (el primer francés querido por la derecha española desde Petain). Y el acuerdo incluye unas buenas relaciones con Libia en el futuro incorporando a Gadafi (me refiero a Muammar Gadafi, no a Juan Carlos Iglesias Chouzas, que es otro Gadafi) al club de buenos gobernantes con los que uno puede tomar el té.
Me extraña no haber encontrado ni un artículo de Savater, ni un eslogan de Alcaraz, ni un eructo de Acebes, nada. A nadie le parece mal que se negocie para salvar la vida de otro. ¿No han reparado en que es lo mismo? No es ése el problema: el problema es que no les parece mal que se negocie para salvar la vida de alguien: la cuestión de principios es una excusa. Se oponen a las negociaciones no porque no se pueda negociar con los violentos, sino porque no quieren negociar con estos violentos o porque no quieren que sea este gobierno el que negocie.
La única cuestión de principios en juego es la ausencia de principios.