Anda improvisando una propuesta de ley electoral Mariano Rajoy que le garantice más poder para el PP. Si el otro día decía que tenía que votar la lista más votada, ayer cambió y lo que dijo es que no debería poder «formar gobierno» quien obtenga menos de un 30% de votos. Aún a riesgo de que para cuando haya dado a «publicar» este texto Rajoy haya cambiado de nuevo su versión, centrémonos en ésta.
Primero, debe aclarar el títere Mariano a qué se refiere con «formar gobierno»: puede que se refiera a formar parte de un gobierno (es decir, participar en una coalición de gobierno) o dar forma a un gobierno (es decir, nombrar y separar ministros: presidir el gobierno). La primera opción es absurda, entre otras cosas porque en un gobierno no se está como representante de un partido, sino como persona a la que designa el Presidente del Gobierno, que a su vez tampoco es nombrado por pertenecer a ningún partido, sino que es la persona concreta a la que designa el Parlamento. Perfectamente podría presidir el gobierno alguien que no sólo no hubiera sacado un 30%, sino que no hubiera sacado un sólo voto porque, por ejemplo, un partido pensara que es mejor que su candidato se centre en la Presidencia y no sea también diputado, cargo para el que no daría abasto. En el caso de los ministros es perfectamente habitual la incorporación de independientes, cada vez más habituales en los Consejos de Ministros: ¿se les debe prohibir ser nombrados al no haber obtenido ni un voto?.
En el caso de que Mariano se refiera a que sólo pueda presidir el gobierno el representante de un partido que haya superado el 30% de votos, la propuesta tampoco merece aplauso alguno. Es sólo el producto de la energía simplificadora y uniformizadora de la realidad que impulsa a nuestra derecha (y a cierta parte de la izquierda). Analícese el voto del PP: en general supera el 30%… salvo allí donde hay otras fuerzas que, con más o menos matices, tienen unas ideas parecidas a las del PP o que puedan competir por un electorado común. El caso de Canarias es evidente: es difícil encontrar diferencias entre la concepción del poder, de la ética política, de la economía y del urbanismo del PP y de CC. Una amplia mayoría de canarios se ha concentrado en esa concepción, pero, al ir separados, esa amplia mayoría no ha superado el 30% en ninguna de las dos opciones; sin embargo, la minoría que ha votado por un cambio sólo tenía una opción real: votar al PSOE, que ha sido el partido más votado, pero que no va a gobernar porque existe una alternativa con un ideario común que ha obtenido muchos más votos que el partido más votado.
En resumen, el límite del 30% sólo sirve si consideramos un sistema de partidos simplista, uniformado y carente de matices. Cuanto más plural es una sociedad, cuantos más matices se le ofrece al elector, menos sentido tiene el límite del 30%: en Barcelona, por ejemplo, donde existe un pluripartidismo real, ninguna fuerza llega al 30% y en el País Vasco sólo el PNV lo consigue siempre y cuando vaya en coalición con EA (¿está dispuesto el títere Mariano a concederle por los siglos de los siglos al PNV el gobierno vasco? ¿lo ha consultado con Mayor Oreja? ¿dónde quedó el frente constitucionalista?).
La propuesta de Rajoy (como todas las propuestas de normativa electoral que vienen del PP) muestran su esfuerzo por simplificar la realidad y su voluntad por una sociedad uniformada, de blancos o negros,… La oposición a este tipo de propuestas (y a la que previsiblemente se le ocurra la semana que viene) viene dada de la voluntad de pluralismo, de diferencias, de encuentro entre distintos, de complejidad… Es la voluntad de tener una sociedad abierta.
Pero dado que las ideas de Rajoy vienen dadas por el eslogan de que los gobiernos tienen que responder a la voluntad de los votantes (eslogan con el que estoy de acuerdo, por cierto), haré una propuesta a Mariano (propuesta que sin duda escuchará, estudiará y responderá) que va en la línea de conjugar una sociedad abierta, con sus matices y su complejidad y la formación de gobiernos que respeten la voluntad de los votantes. Ahí va:
Aplíquese una ley estrictamente proporcional. Así, el parlamento reflejará la pluralidad de la sociedad tal y como ésta la haya manifestado. Permítase a los grupos resultantes coaligarse como les dé la gana hasta presentar un gobierno que cuente con el respaldo mayoritario del parlamento. Y, acto seguido (bastaría una semana de plazo), convóquese una consulta ciudadana que apruebe o desapruebe el nuevo gobierno. Si hay más votos positivos que negativos, el gobierno reflejará, claramente, la voluntad de los votantes; si hay más votos negativos, los pactos habrán constituido un fraude a la voluntad de los votantes y los partidos tendrán que volverse a poner a hablar hasta encontrar un acuerdo aceptable para los ciudadanos. Así se conjugaría la defensa de la pluralidad con el respeto a la voluntad de los votantes y los gobiernos adquirirían una legitimidad democrática muy superior a la que hubieran tenido sin ese refrendo ciudadano. Sólo un problema me preocupa de esta propuesta: que un gobierno con tanta legitimación sería demasiado fuerte, estaría prácticamente blindado. Y los liberales (¿verdad Mariano?) no queremos gobiernos fuertes. Por ello la propuesta debería complementarse con una articulación de un sistema de censura del tipo del «referendum revocatorio», por el que, en un momento dado, la ciudadanía que legitimó a un gobierno pueda apartarlo del poder. La cuestión de cómo se concretara ese referendum es un problema técnico cuya solución no tendría demasiado problema.
Para que no diga Mariano que no le ofrecemos alternativas.
Al final, este gran hombre de Estado, se nos muestra como un adalid del anarquismo o de una simpleza colosal. Sólo podrá gobernar el partido que obtenga el 30% afirma, ¿y si ninguno alcanza ese listón?
Cualquier sistema que no incluya a los mal llamados partidos minoritarios o a los partidos regio-nacionalistas es un fracaso porque se pierden muchos matices (como bien dices) por el camino. Y en política, estos matices son importantísimos.
El problema es que, salvo excepciones, como Canarias, la derecha suele estar más bien cerrando filas entorno al PP, mientras que la izquierda tiene bastantes más opciones…
No obstante, van a tardar mucho mucho tiempo en tener mayoría absoluta estos señores, y la necesitarán para hacer estas reformas. Nadie les va a apoyar en esta última ocurrencia…
Rajoy es un pasmarote, y sus propuestas no son más que tontadas destinadas a acallar a la jauría que le azuza desde ciertos púlpitos.
Pero negar la mayor también sería ridículo. Tenemos un sistema electoral que sobredimensiona las formaciones políticas minoritarias, que en su papel de bisagra acaban recibiendo casi siempre unas contrapartidas absurdamente desproporcionadas en relación a su peso electoral, convirtiendo las negociaciones post-electorales en un mercadeo vergonzoso en donde lo que menos importa es la opinión de los votantes.
Todos conocemos casos sangrantes a este respecto, en ayuntamientos, comunidades autónomas y, con PP y con el PSOE, lo hemos visto también en el gobierno.
Yo estoy totalmente a favor de la pluralidad, y propuestas como las de Rajoy me parecen absurdas. Todas las ideas políticas merecen representación, y un sistema que primara el bipartidismo, que es lo que le gustaría al ilustre don Mariano, sería muy negativo para la democracia.
Pero no me parce justo que el millón y pico de electores de IU tenga una representación y una fuerza política ridícula en comparación de las decenas de miles de votantes que pueda tener Coalición Canaria, por ejemplo.
Confieso que no se me ocurre una solución que equilibre la situación, pero habría que intentar encontrarla.
Sobre la supuesta sobrerrepresentación de las minorías escribí en mayo un post que creo que es bastante aclaratorio:
http://3-republica.blogspot.com/2007/
05/esa-mala-ley-electoral.html
Seguramente he debido de expresarme mal.
No pretendo decir (ni lo digo) que la ley electoral sobrerrepresente a los nacionalismos.
Lo que pretendo decir, con escaso acierto por lo que veo, es que nuestro sistema, el de pactos, el legítimo, el democrático, acaba produciendo situaciones en las que partidos con muy pocos votos acaban obteniendo contrapartidas desproporcionadas a cambio de su apoyo a formaciones con mayor peso político.
Lo que lleva a la paradoja de que, por ejemplo, sea nombrado alcalde un señor de un partido político con un solo concejal en un consistorio de 15 y otros dos partidos con 7 cada uno. ¿Eso es lo que querían los votantes? No creo.
Como tampoco creo justo, que el tener la llave de la gobernabilidad de una comunidad autónoma o de un gobierno central, legitime a un partido a ponerse en una especie de subasta en donde el mayor postor se lleva el premio. Me parece indigno, también por parte de los que pujan (incluso más diría) con el único fin de sentarse en la poltrona.
Ese, es evidentemente, el problema del PP, que teme quedarse fuera de la puja, si no fuera así no habría dicho esta boca es mía.
Seguro que los votantes (en general) apuestan por el diálogo y la negociación política, pero no hasta el extremo de pervertir el voto ciudadano hasta esos extremos.
Es a esa sobredimensión en las contrapartidas políticas a las que me refiero.
No soy sociólogo, pero esa perversión del pactismo podría explicar (junto a los desmanes dialécticos y de otros tipos de muchos políticos)la apatía abstencionista que asola este país elección tras elección (salvo sacudidas puntuales como la del 14M). ¿Para qué votar si luego todo se decide en los despachos?
Releyendo mi comentario anterior, supongo que el párrafo que hace referencia a IU y CC es el que puede dar a entender que no comparta en su integridad el post de mayo al que haces referencia. Créeme, comparto absolutamente todo lo que escribías entonces, pero no se me ocurría un ejemplo mejor. Limitado que es uno.
Uy, lo siento por el ladrillazo anterior, pero es que a veces me enciego con el teclado.
Yo lo que no creo que sea verdad es que las minorías exijan todo para otorgar su apoyo, sino que una serie de prejuicios hacen que parezca que cualquier cosa que se pacte con ellos sea darles todo por parte de la mayoría. De hecho, salvo en el caso de Puras, que exigía un programa más cercano al suyo que al del otro partido -más votado que el suyo- (y se le dio), que exigía su presidencia (y se le dio) y que exigía una distribución de las consejerías en las que apenas hubiera presencia de los partidos que formaban el gobierno (y eso ya no se le concedió), en general las minorías piden algo a cambio de su apoyo (¡faltaría más!), pero nunca se ponen a pedir su programa de máximos.
Un ejemplo evidente es ERC, que forma parte del gobern catalán, ha apoyado al PSOE en Madrid, y siendo independentista, no ha puesto la independencia (ni muchísimo menos) como condición.
Los partidos minoritarios suelen ser coherentes y plantear peticiones proporcionales a su peso, pero esas peticiones se suelen vender en medios de comunicación como si fueran propuestas de máximos.
Otra cosa es que las minorías vayan a dar sus apoyos gratis: para hacer eso, mejor que no se presentasen.
A ver. Según esta propuesta el PP no olería poder nunca en Cataluña (quizás Piqué haya optado por la dimisión una vez constado que Rajoy daba por perdida Cataluña para los restos), Euskadi, Canarias (a no ser que fuera en coalición con CC), pero creo que no ha mirado bien los datos.
Si la opción de Rajoy es que los partidos que no llegaran al 30% no podrían gobernar (entiendo, que no debe iniciar conversaciones para formar coaliciones), el PP seguiría teniendo el mismo problema que hoy en Galicia, Cantabria, Navarra y Baleares, porque las formaciones «minoritarias» seguirían teniendo un porcentaje suficiente para apoyar el Gobierno de partidos que, aunque segundos en votos, tienen más probabilidades de buscar acuerdos para gobernar.
Por lo tanto, no queda nada claro esta propuesta. Creo que en el fondo lo que subyace es un canto al bipartidismo, de manera que sólo PNV se colaría como fuerza periférica en el Congreso. Sin embargo, Rajoy no se ha atrevido a tanto, así que, como globo sonda no está mal, pero se queda en eso.
P.D. Hugo, tu propuesta no me parece mal pero creo que la abstención sería elevada en el referéndum sobre los pactos de gobierno. Y caro.
Tienes mucha razon hugo, a este hombre le gustaria que fuese un unico partido el que existiera, el suyo, pero si no puede ser, al menos que sea PP y PSOE solo, asi la tarta es mas grande y facil de conseguir…
Y yo lo que hecho de menos es mas partidos con cierta capacidad de representacion, mas que IU….