Supongo que el artículo No imponer, no impedir que publicó Josu Jon Imaz en Deia, El Correo Vasco y El Diario Vasco debe leerse en clave interna de partido, más que en su literalidad. Sin embargo, no sólo desconozco las claves internas del PNV sino que no me preocupan gran cosa; la relevancia que ha tenido el artículo (recogido el lunes por todos los medios al sur del Ebro) se basa en la literalidad del texto, que parte del siguiente presupuesto: ETA quiere un referéndum de autodeterminación; no se puede dar la razón a ETA porque ha proclamado su intención de volver a matar; ergo, el PNV tiene que oponerse a tal referéndum. Esta línea argumental concluye así:

«La consulta ciudadana (…) puede ser el plan b al que se acoja una ETA, que declare un alto el fuego «permanente» como los anteriores, esperando que la misma se lleve a cabo. ¿Qué pasaría el día después si no hubiera acuerdo político con el Estado? Visto lo visto durante tantos años, no hace falta ser adivino para imaginar a ETA matando en nombre de la defensa de una presunta voluntad popular no atendida. La consecuencia de todo ello puede ser diabólica. No en nuestro nombre.»

Recordemos que uno de los problemas con los que se ha topado el proceso de paz es la negativa de PNV y PSOE a negociar con ETA, según la exigencia de ésta, cuestiones políticas porque con ETA no se puede negociar cuestiones políticos. Así, no cabe la negociación política para alcanzar la paz, pero tampoco cabe adoptar posturas políticas que coincidan con las de ETA cuando ésta decide su regreso a las armas. Es decir: quien coincida con ETA en cualquier criterio político debe renunciar para siempre a conseguir llevar a cabo sus ideas, sean éstas la autodeterminación vasca, que se cierre una central nuclear o que una autopista no destroce tal o cual paraje natural. Si ETA dice que en verano hace calor y que por tanto hay que poner el ventilador y ponerse ropa fresquita, lo demócrata será decir que en verano hace frío, apagar todo tipo de refrigeración y abrigarse lo máximo posible hasta que ETA renuncie a las armas. Y entonces no podremos poner el ventilador porque eso sería ceder a las pretensiones de ETA.
El gobierno tripartito vasco, en opinión de Imaz, debería renunciar a su programa político para no dar argumentos a ETA para matar. Viene a dar la razón a quienes llevan tiempo acusando al nacionalismo vasco de connivencia con ETA por coincidir con ésta en determinados objetivos. Pero no se acuerda de que el problema de ETA no es los fines a los que aspira (que, deseables o no, son legítimos) sino los medios que utiliza para conseguirlos, que son del todo ilegítimos: el problema de quien mata para conseguir la independencia no es la independencia, sino matar. Si una mayoría pacífica y democrática como la que sostiene al actual gobierno vasco aprobó en su programa de investidura la convocatoria de una consulta ciudadana, ésta no debe estar sometida a la voluntad de ETA ni al derecho de veto de ninguna minoría que debe renunciar a imponer como mínimo tanto como la mayoría.
En todo caso es un despropósito decir que ETA se podría reclamar legitimada para matar en nombre de la voluntad de los vascos si ésta no es respetada. En primer lugar, porque ETA seguiría sin estar legitimada para arruinar vidas ajenas, como no lo está ahora porel hecho de que se hayan ilegalizado injustamente listas electorales de la izquierda abertzale o se hayan cerrado periódicos sin sentencia judicial. Pero también es un despropósito porque la solución no es ocultar la voluntad de los vascos, sino respetarla; por las mismas podría pedir Imaz, como Savater, que se anulen las elecciones vascas en adelante, pues si sale, como es previsible, una mayoría favorable al derecho de autodeterminación, ETA se podría sentir legitimada para defender la opinión mayoritaria de los vascos expresada en las urnas… Es una postura indefendible y no puedo creer que Imaz no sea consciente de ello.
Pero la postura de Imaz viene a plasmar con una evidencia extrema lo que siempre ha sucedido. Que ETA no deja de dar instrumentos políticos a quienes se oponen a cualquiera de los objetivos que dicen defender; que cuando ETA agita el árbol, son los sectores más centralistas quienes recogen las nueces. Lo que nadie esperaba es que Imaz fuera quien les diera las nueces en una cestita con lazo, como hizo el domingo.