Los señores y señoras que ven en la foto fueron juzgados ayer por el delito que ven en la foto. Se han autodenominado el clan de la morera, porque lo que ustedes ven en la foto es a un grupo de vecinos y vecinas que planta una morera y unas flores y que por eso ha sido denunciados por lo penal. El clan de la morera y su entorno llevan tiempo exigiendo que pongan un parque en su barrio, Chamberí (Madrid), en vez de un campo de golf de césped artificial en el centro de la ciudad. Podían haberlos llevado a juicio por una falta administrativa, pero no: la denuncia fue penal, les acusaban de que los guardas de seguridad del Canal de Isabel II (empresa de titularidad pública a la que pertenecen las instalaciones y que hizo el campo de golf por un convenio público con la Comunidad de Madrid aunque habían prometido un parque: la propia Esperanza Aguirre fue a inaugurarlo en campaña electoral) se habían sentido intimidados porque llevaban una pala y un azadón. «¿Hicieron algún ademán concreto amenazante?», «No», contestó el segurata, un pobre hombre que quería agradar a sus jefes, «pero las herramientas estaban ahí». El Canal de Isabel II, la empresa pública que proporciona el agua a los madrileños y que dirige el vicepresidente de Madrid, Ignacio González, se gastó ayer un dinero (que pagaremos en nuestro recibo del agua el mes que viene) en un abogado y en dos testigos (todos empleados del Canal).
Ante la falta de hechos concretos, el abogado se dedicó a decir que estábamos politizados, que habíamos hecho incluso manifestaciones, que hay partidos políticos que nos apoyan: todo ello ilegal… hace cuarenta años. Además sacó una serie de frases (que demostraban nuestra politización) de un grupo de discusión privado que tenemos en internet, demostrando que tienen un «topo» (a quien también pagamos con el recibo de la luz, si no con los impuestos autonómicos): esto, además de una intromisión ilícita en la intimidad es de una insólita torpeza, pues los vecinos conocíamos desde hace tiempo la presencia de comisarios políticos que espiaban nuestros correos y ya nos habíamos dado instrumentos paralelos de debate y comunicación. Pero es impresionante que en Madrid, en 2007, unos vecinos que piden un parque en su barrio tengan que andar como una organización clandestina.
Lo del juicio de ayer es una estupidez que incluso nos ha dado mucha publicidad: en todos estos enlaces se habla del caso: 1, 2, 3, 4, 5, 6, y en esta entrevista a Alberto en 20 minutos. Así que tenemos que agradecerle esa publicidad gratuita a la Comunidad de Madrid: también en las emisiones locales de la Ser, de Radio Nacional e incluso de la Cope se han echado unas risas con el insólito juicio.
Lo preocupante es que es la plasmación concreta y un poco chorra de una dinámica asquerosa y autoritaria de un gobierno autonómico que se define como liberal pero que en cuanto puede lleva a los tribunales a todo el que discrepa: pasó con el Severo Ochoa (en un caso mucho más sangrante, pero que responde a la lógica de la persecución judicial del discrepante), en las protestas contra la M-30 y finalmente en el ridículo (aunque divertido, a juzgar por el interés que puso el juez en enterarse de todo) juicio de ayer.
Es la lógica liberal de Esperanza Aguirre: libertad toda, pero sólo para mí y para los míos. Y el enemigo, a galeras.