Salío ayer en un breve en El País la noticia que debería haber abierto los informativos: el Vaticano S.A. se forra. Este año ha tenido un superávit de 2.4 millones de euros, aunque es mucho menor que en 2005, año en que murió Karol Wojtila. Todos pensábamos que aquellos fastos funerarios costaban un pastón pero al parecer, la teocracia vaticana lo supo rentabilizar. Es de suponer que esa reducción de la tajada es lo que llevó a Cañizares ayer a criticar los famosos 2500 € comprometidos por Zapatero con un razonamiento extraño hasta para Cañizares: dijo que España tiene «cuatro matrimonios» (yo conozco muchísimos más) y «tres rupturas familiares» (sic). Como es imposible pensar que ésa sea la razón por la que se oponga (¿de verdad piensa que el Estado debe paralizar las ayudas sociales hasta que se prohiba el matrimonio?), debemos concluir que lo que le pasaba a Cañizares es que quiere ese dinero para él.
Y no sería extraño que lo consiguiera: en esta legislatura la Conferencia Episcopal ha colocado a su imperio mediático, político y empresarial en la caverna más antidemocrática. Hasta el punto de que en el Debate de estos días a Rajoy le dio vergüenza su pasado más inmediato y no recordó entre los apocalipsis que asolan el Reino de España la destrucción de la familia, la ausencia de libertad, la persecución del cristiano y del heterosexual contra las que se manifestó cuando se amplió el derecho a contraer matrimonio: Zapatero le intentó hacer hablar del tema y Mariano se fue por la tangente. Sin embargo, la respuesta que esta Iglesia ha obtenido del Gobierno es más pasta: el 0.7% de la Renta. Pero Cañizares no se contenta.
Uno, que estaría en contra de que el Estado financie la más demócrata y liberal de las iglesias más que a cualquier otra ONG, no entiende qué razones pueden llevar a un Estado democrático a financiar una Iglesia en constante lucha contra la democracia y las libertades. Desde luego, a la luz de los datos contables que daba El País, esa financiación no se hace para salvar a la Iglesia de la inminente quiebra. Pero tampoco, como algunos pensaban, para callar las bocas de Rouco y sus hermanos: éstos saben que, por bien que les vaya con Zapatero, con el PP les irá mejor pues, al fin y al cabo, pertenecen cómodamente a la secta.
Si se puede resumir la actitud de Zapatero durante gran parte de esta legislatura en una frase, ésta sería que la bondad de sus intenciones es inversamente proporcional a la valentía con que las afronta: quiso descentralizar el Estado y en cuanto la derecha le ladró redujo el contenido del Estatuto catalán enormemente; quiso elaborar una ley de la Memoria Histórica que le quedó reducida por la presión de quienes todavía ven con buenos ojos la dictadura franquista; se propuso solucionar el conflicto vasco, pero se negó a dar pasos avanzados que fueran más allá de lo que Aznar había hecho en el 99. En el caso de la laicidad parece claro que se ha quedado muchos pasos más atrás de lo que le hubiera pedido el cuerpo: declarado laico, Zapatero no sólo no ha quitado ni una prebenda a la Iglesia sino que ha aumentado su financiación.
Observe, señor Zapatero, el recorte de prensa de arriba a la izquierda; dése cuenta de que haga lo que haga va a continuar el hostigamiento clerical contra su gobierno. Dé a la Iglesia por perdida y dé pasos valientes para tener un Estado mejor. Ahórrenos ése 0.7% dado a la Conferencia Episcopal y dediquémoslo a potenciar más un Estado social, laico y democrático.