Es cierto que la comparecencia de ayer de Rajoy mantuvo el tono altanero y prepotente de todos sus discursos dirigidos contra los demás. Es cierto que a lo largo del texto de su comparecencia (texto escrito sin duda antes de la reunión, de la que Rajoy no supo decir nada) Rajoy utilizó todos los ingredientes que viene utilizando hasta ahora el entorno derechista (llamar «experimento» al diálogo, por ejemplo). Es cierto, también, que el apoyo que ofrecía al Gobierno fue condicionado a «derrotar a ETA, no a la negociación».
Pero evidentemente nadie pasa del día a la mañana de la trinchera ultra al sosiego de un discurso razonable. Si Rajoy fuera a llevar a sus huestes hacia la sensatez abandonada, el primer paso tendría que ser un discurso como el de ayer. El problema es que estamos ante el enésimo cambio de discurso que insinúa Rajoy, que siempre rectifica cuando le echan la bronca en casa. Ya hubo algún discurso como el de ayer cuyos efectos duraron dos días. En otro caso, el Debate sobre el estado de la nación de 2006, con la tregua recién comenzada, Rajoy decidió no hablar de ETA en el debate: fue tal la bronca que le echaron sus jefes de la COPE y la derrota que las encuestas le adjudicaron en el debate que tres días después decidió sentirse traicionado por la reunión entre Patxi López y Otegi y volver a las manis con Ynestrillas y Alcaraz.
Por otra parte, tampoco es del todo descartable que haya encuentro entre PP y PSOE porque el gobierno se haya atenido a las condiciones de Rajoy: la renuncia ayer del PSN a apoyar a Nafarroa Bai en la alcaldía de Pamplona es un error, pero puede resultar electoralmente comprensible para evitar la mancha de votar lo mismo que ANV (no sería la primera vez: ¿cuántas veces se han tumbado los presupuestos vascos por la confluencia de estrategias del PP, PSOE y HB o EH?)
Así que, antes de adoptar conclusiones es hora de verificar si es real el apoyo que expresó Rajoy ayer y la integridad del PSOE para conseguir ese apoyo. Y pronto habrá dos hitos que nos permitan una cierta verificación: los pactos en las juntas alavesas y para el gobierno navarro. En ambos casos el PSOE tiene dos opciones: la previsible unión de fuerzas que desbanque al PP (es decir, lo mismo que pretenden hacer en Baleares) o la cesión a la presión derechista, brindándoles el poder en ambas instituciones. Si se da el gobierno a la derecha sabremos por qué Rajoy apoya a Zapatero: porque Zapatero también concedería un cierto carácter presidencial a Rajoy.
Pero si, como sería normal, se conforma un gobierno plural y mayoritario de alternativa al PP, en la reacción de éste tendremos la forma de verificar si el PP se ha bajado del burro o no. Será comprensible que critiquen el nuevo gobierno (también López Aguilar critica toda alternativa canaria a un gobierno presidido por él mismo), pero si utiliza en su argumentario cualquier frase que vincule los nuevos pactos con la lucha contra ETA (es decir: si sigue afirmando que el nacionalismo vasco y Nafarroa Bai tienen complicidades con ETA), sabremos que el PP sigue instalado en el mayororejismo y que el mero cambio de fachada de ayer sólo durará lo que exijan los periodistas, el Gran Jefe y los asesores electorales.
NOTA: A partir de hoy los posts de este blog también aparecerán en Red Progresista, gracias a la inestimable ayuda de Alberto Garzón. ¡Muchas gracias, Alberto!
Ya me gustaría equivocarme pero los síntomas empiezan a verse claros. El PP ya está diciendo que ha ganado la batalla del terrorismo y que el cambio del PSOE es reconocer, en definitiva, su error y volver al camino popular.
Por otro lado evitar que Uxue Barkos sea la alcaldesa de Pamplona es otro ejemplo de cesión ante el PP o UPN.
Ahora resulta que pretenden, en palabras de Pepe Blanco, que les dejen gobernar Navarra los de UPN (todo esto con 12 concejales contra 22 de UPN ????)
También es elocuente el hecho de que el PSOE no quiera abrir el pacto antiterrorista a otros partidos por temor a que al PP, al que sólo le interesa el bipartidismo y el enfrentamiento entre grandes, con desprecio absoluto a los nacionalista y a otros partidos o coalicciones.
En fin, se aproximan malos tiempos para la lírica. ¡Ójala que me equivoque!
Salud y República
Ni veinticuatro horas ha tardado en desdecirse…