Ahora que vuelve la amenaza de ETA nos encontramos con una cantinela que dice mucho de la calidad de nuestra democracia. Se habla de la necesidad de volver a «la unidad de los demócratas». Habría que cuestionarse en primer lugar si son todos los que están: parece que por estar en contra de ETA uno ya es demócrata. Y en los últimos años hay motivos sobrados para no aplicar ese adjetivo de forma tan automática. Más bien deberíamos hablar de «la unidad de quienes no utilizan la violencia para conseguir sus objetivos partidarios», aunque también habría mucho que matizar: queda el tema para otro día.
Más allá de cuestiones semánticas, el problema es el de reclamar la unidad. Si por algo debería reconocerse una democracia representativa es por una cierta pluralidad en las ofertas políticas entre las que el votante-cliente elige. Cuanto más importante sea un tema, más enriquecedor será que haya diferentes ofertas para que sea la ciudadanía la que defina los aspectos fundamentales de la política. Por ello, la lucha antiterrorista no debe estar presidida por consensos monolíticos en torno al líder, sino por la leal y honesta exposición de posturas diferentes, cuando las haya. Creo que hay cosas que se le pueden criticar a Zapatero de como ha gestionado el proceso de paz (en mi opinión ha tenido siempre un ojo puesto en el PP y otro en las encuestas, lo que le ha impedido dar algunos pasos valientes que nos hubieran venido muy bien), pero ese criterio mío no depende de cuánto dinero vaya a ganar por ello o qué cargos pueda obtener si lo varío. Y seguiré discrepando de las medidas adoptadas contra de Juana o de la Ley de Partidos independientemente de quién esté en el poder.
El problema que tenemos es que hay quienes ha hecho de su diferente criterio un casus belli, pero cuya discrepancia no tiene nada que ver con lo que se ha hecho, sino con quién lo ha hecho. Se ha repetido muchas veces la comparación entre la tregua de 1998 y la de 2006: pues bien, no tengo ninguna intención de prestar oídos a quien no criticara que se negociara entonces pero haya sostenido que la negociación de 2006 es una «cesión al chantaje». Simplemente no me creo los argumentos de gente como Alcaraz, Savater o Rosa Díez: lo mismo me hubiera ocurrido retrospectivamente si Zapatero no hubiera retirado las tropas de Iraq y quienes criticaron a Aznar por tenerlas allí se hubieran callado al ser otro quien hacía algo parecido.
Pero en la falta de honestidad intelectual hay grados. Y el grado extremo lo muestran estos días Miguel Sanz y el ABC.
Sanz, presidente saliente de Navarra, se ha pasado una legislatura llamando proetarras a todos los que no son del PP. Eso no es el ejercicio de un debate sano, salvo que realmente uno esté convencido de que los demás son proetarras. Pero entonces, cuando depende de esos proetarras que uno pueda seguir atado al sillón presidencial tiene que mantenerse firme y decir que con esa panda de proetarras no va a ningún lado. Pues no. No sólo comenzó a cambiar su discurso de forma vergonzosa el 28 de mayo a la luz de los resultados, sino que con la ruptura de la tregua ha explicado que no es momento de discrepancias y que hay que ponerse a trabajar juntos… Navarra bien vale la compañía de un proetarra. Y ganar las elecciones bien valía incendiar Navarra con gasolina hecha con mentiras.
El ABC comenzó a caer en ventas cuando la extrema derecha convenció a sus huestes de que el periódico de la grapa y las esquelas era más rojo que Mundo Obrero. La caída ha sido estrepitosa y por ello ha habido un cambio de rumbo sumándose el ABC a la carrera por incendiar la sociedad. Ayer fue un ejemplo notable: bajo el título «ETA le revienta la legislatura a Zapatero», se escribían 28 páginas de las que una era sobre ETA y las otras 27 contra Zapatero y su Gobierno. Los títulos de los artículos mostraban cómo es el actual rumbo del diario que quiere moderar al PP: «El príncipe de la pazzzzzzz», «El fracaso de Zapatero», «ZP hace más difícil la paz», «Epílogo de una traición», «Zapatero sin paz ni honra», «Ambiguo mensaje del presidente, que (…) no mencionó la palabra terrorismo», «El PSOE reparte culpas entre ETA y el PP», «Un ‘proceso’ lleno de mentiras», «Por qué Zapatero debería dimitir», y la estupenda tríada «Zapatero se equivoca», «¿Se ha equivocado ETA?» y «El acierto de ETA». Subir las ventas bien vale un incendio social.
Que nadie pierda el tiempo buscando nada análogo con el final de otras treguas, con otras negociaciones. No lo van a encontrar porque éstas no son opiniones basadas en los hechos, sino basadas en los intereses privados. Son opiniones de mercenarios, que no dudan en incendiar la sociedad a cambio de beneficios privados. Una forma de corrupción más: de las más graves que se me ocurren.
Eso no es una muestra de la pluralidad de opiniones sino de la diversidad de intereses. Con consecuencias catastróficas, eso sí.
Efectivamente. Totalmente de acuerdo. Por un lado, la hipocresía de un individuo que teme perder el poder (se ve que sin él no es nadie). Por otro lado, un medio de comunicación que intentó hacerse de centro ??? con la cuestión del 11-M (reconociendo, aunque tarde, la conspiración) pero que al salirle mal, comercialmente, (bajó la tirada bestialmente, como tu dices, y subió la de El Mundo, que mantiene hoy todavía las tesis conspirativas) ha decidido recuperar lectores siendo más duro que La Razón.
En fin, un compendio de principios pero que muy interesados, en ambos casos.
Salud y República
jojojo yo aluciné ayer con ABC. Tanto, tanto, que he guardado alguno de los artículos que mencionas para la posteridad. Seguro que dentro de dos añitos dan mucha cancha para pedir coherencia y responsabilidades, también en un medio de comunicación
Creo que hoy más que nunca el Gobierno no debería adelantar las elecciones.