Hay muchos elementos que resultan imposibles de analizar cinco o seis horas después de la ruptura del alto el fuego de ETA. Dado que todavía no hay sangre ni fuego, sino sólo un comunicado, cabe la reflexión a bote pronto sobre los unos, los otros y nosotros. Tiempo habrá para otros comentarios más sosegados o más exaltados, aunque lo que uno pensaba en febrero sobre el tema vasco no tiene por qué variar por un comunicado de ETA: ETA no puede elaborar nuestro pensamiento.
-La izquierda abertzale tiene un papelón: se ha pasado la campaña electoral diciendo que quienes les votaran votaban a favor del proceso. Es, probablemente, la promesa electoral más rápidamente incumplida de la historia. Los dirigentes de la izquierda abertzale y de ETA tienen claro que sus bases están, en general, hasta el gorro de la infame tutela armada de su supuesta vanguardia. Pruebas de que lo tienen claro son esa insistencia en la defensa del proceso durante la campaña y el hecho de que ETA no se hiciera ver durante las últimas semanas ni con bombas ni con comunicados. Para cosechar unos buenos resultados electorales se han tenido que hacer a un lado, pues saben que la presencia de ETA minimiza cada vez más los apoyos. Es evidente que la decisión de romper el alto el fuego no se toma en sólo 8 días. Antes de las elecciones ya la tenían tomada, pero no quisieron que su gente lo supiera antes de ir a votar el 27-M: han tomado a la gente de la izquierda abertzale por menores de edad a los que no hay que darles toda la información no vaya a ser que tomen decisiones equivocadas; es hora de que esa gente se niegue a ser tratada así. Desde Otegi al último votante, pasando por todos los concejales electos de ANV, tienen una excelente ocasión de reivindicar su dignidad. Y los demás tenemos pocas razones para pensar que aprovecharán esa ocasión.
-Es hora de que se cree una Asociación de Futuras Víctimas del Terrorismo. Conocemos los rostros de quienes han padecido la desgracia de ser víctimas del terrorismo, pero no de quienes lo puedan ser en el futuro. La diferencia entre ambas es dramática, pero real: éstas últimas todavía pueden ser evitadas. Mientras la AVT ha puesto todo su empeño en hacer descarrilar la posibilidad de la paz enarbolando una supuesta superioridad moral por ser víctimas, no podíamos escuchar la voz de quienes podrían haber salvado la vida si el proceso hubiera ido bien. Si algún día conocemos sus rostros, los pistoleros no lo quieran, será tarde para preguntarles si quieren que se hubiera dialogado para evitar nuevas muertes. Ya dará igual.
-El diálogo sigue siendo una forma radicalmente democrática y potencialmente exitosa de solucionar los problemas más graves. Los que lo hemos defendido todos estos meses, junto con los que sólo lo defendieron en 1998 y 1999, no tenemos nada de que avergonzarnos. Al contrario, es hora de seguir luchando por una nueva ocasión, por volverlo a intentar. No se trata sólo de detener a cuatro asesinos que inmediatamente serían reemplazados por otros cuatro. Se trata de conseguir que nadie tenga nunca más la intención de conseguir unos objetivos políticos mediante el asesinato. Para ello hace falta un largo proceso de acercamiento, de buenas intenciones, de entender lo que piensa el otro… como se ha hecho en tantos lugares del mundo con problemas mucho más radicales que el vasco. La porra, las rejas, la dinamita… puede satisfacer las ganas de venganza de las cabezas más coléricas. Pero no solucionan nada.
Al menos en este blog se seguirá leyendo «Paz y diálogo en mi nombre sí».