Hace unos meses se publicó un libro titulado «La presidenta» que era una extensa redacción a partir de las lúcidas ideas de Esperanza Aguirre. El libro pasó a la historia por recoger las declaraciones de Esperanza Aguirre en las que negaba llegar a fin de mes porque le resultaba carísimo calentar su palacete. Ello generó la campaña 1 euro para Espe de la que tanto he hablado aquí.
Pero aquel libro también dejó un buen ramillete de declaraciones de Esperanza Aguirre sobre Gallardón, según se puede leer todavía en Libertad Digital:
-Ella no sabía nada, pero Gallardón estuvo implicado en el tamayazo, pues lo conocía la noche anterior a los hechos: «La primera (faena), fue cuando nos enteramos de que la noche anterior al 10 de junio, él ya sabía lo que iba a pasar y no nos dijo absolutamente nada. Luego, en la Asamblea, se levantó y se marchó cuando habló Tamayo»
-Gallardón manipuló, de la mano de Javier Arenas, las encuestas internas (hechas por José Ignacio Wert) para ser él el candidato a alcalde, a pesar de que las encuestas daban mucho mejor a Espe que a Alberto: «Se puede concluir, por tanto, que tras los resultados de estas encuestas, la comunidad se podía perder o ganar (en 2003) por la mínima con Alberto Ruiz Gallardón como cabeza de cartel y que, el Ayuntamiento de Madrid, no era tierra conquistada como se pensaba, ni con Alberto, ni con Mercedes ni con Rato, ni mucho menos con Álvarez del Manzano; porque sólo con Esperanza Aguirre el PP conseguía una cómoda mayoría absoluta»
-El alcalde saliente «un día leyó que los madrileños eran de izquierdas y se convirtió en el progre por antonomasia». Vean, vean: «Alberto quiere hacer creer a todo le mundo que él representa al centrismo, y yo lo más rancio y conservador de la derecha. Reconozco que Alberto es cojonudo. Tiene a los medios de comunicación en un puño, vive para esto, es un político de raza, incansable… Pero yo no puedo estar de acuerdo con darles la píldora del día después a las niñas de 12 años, ni con una subida de impuestos… Nuestras diferencias son de concepción política, y yo entiendo que la de Alberto es conservadora. Lo que ocurre es que un día encargó una encuesta que le reveló que los madrileños eran de izquierdas y se convirtió en el progre por antonomasia. Y yo, que siempre he sido liberal, que no me he movido de mi sitio por ser siempre la misma, que he sido muy criticada por ser espontánea, por ser natural, por hacer políticas liberales… parece que molesto»
-Cuando sucedió el tamayazo, «Alberto tenía que haber dejado a Luis Eduardo Cortés de presidente en funciones de la comunidad pero le cesó, al igual que a Luis Peral y a Nacho Echániz, que habían concurrido conmigo en las elecciones . La ley prohíbe terminantemente que el presidente de la Comunidad de Madrid tenga ningún otro cargo, pero como él era Dios se mandó hacer un informe ad hoc. Yo tuve una discusión violentísima con Alberto en una cena que dio Gela Alarcó en su casa, nada más separarse de Rodrigo Rato, porque me quería convencer de que estaba sensacional hacer cesado a los tres consejeros y haberse quedado él de presidente, como que era totalmente ilegal.»

¿Por qué sacar hoy a relucir este antiguo episodio? Porque fue lo que nos pidió Alberto Ruiz-Gallardón. Gallardón es un político cuyas declaraciones suelen tener sujeto y predicado, pero casi nunca tienen contenido. Cuando le preguntaron por el libro de Esperanza Aguirre no dijo que hubiera en él una sola verdad ni una sola mentira. Se limitó, como siempre, a echar balones fuera y decir que leería el libro después de las elecciones municipales. Si yo fuera periodista la primera pregunta que le haría esta noche no sería tanto una valoración de su derrota (o de su victoria, en el improbable caso de que ésta tenga lugar), como la pregunta: ‘¿ha empezado ya el libro o aquella respuesta fue una de tantas que hizo pensando que el resto de la humanidad somos idiotas?’. Escuchada la respuesta, Gallardón se echaría a reír, me daría una viril palmada en la espalda y pasaría a la siguiente pregunta.