Hace cuatro días escribí preguntándome si había terminado ya el fenómeno revisionista de la derecha neofranquista. Tuve el acierto de ponerlo entre interrogantes y reducir el fin del revisionismo al cese en la publicación de superventas antidemocráticos. Pero por lo demás es obvio que me equivoqué, dadas las palabras de Aznar de dos días después. Es algo de lo que hay que tomar nota: con Aznar nadie puede decir frases que empiecen por «ya nadie dice que…», porque va a Aznar y lo dice.
Entre otras imbecilidades insultantes, dijo Aznar que en la actualidad se está reviviendo «el esquema de hace 70 años». Damos por hecho que se refiere al esquema de hace 71 años, a 1936 y reconozcamos que es cierta la presencia de algunos elementos:
-En 1936 la derecha estaba convencida de que iba a ganar las elecciones, como en 2004, y se vio sorprendida por la victoria electoral de las izquierdas: son cosas que pasan en las democracias;
-Igual que en 2004, en 1936 veníamos de un gobierno autoritario, católico, reaccionario y militarista: son cuatro rasgos en los que coinciden claramente la CEDA y el PP actual.
-Del mismo modo que en 2004, en 1936 la victoria de las izquierdas fue representada por los líderes más moderados de éstas: Azaña (presidente de la República) y Casares Quiroga (jefe de gobierno) en 1936 y Rodríguez Zapatero en 2004.
-Como en 1936, en 2004 el resultado electoral no fue admitido por la derecha.
Efectivamente hay algunos asuntos en los que coinciden ambas épocas: los que he citado y algún otro más centrado en las políticas promovidas por las izquierdas y en el posibilismo razonable de los partidos parlamentarios más a la izquierda. Pero hay una pieza clave del esquema de 1936 que no sabemos si tenemos en 2004, pero que Aznar está en condiciones de aclarárnoslo. Se trata de la conditio sine qua non de la Guerra Civil: que la derecha, frustrada porque los españoles no le den el poder en las urnas, se levante en armas contra gobierno legítimo. Es decir: el principal factor que diferencia el «esquema de hace 70 años» del actual es una derecha dispuesta a dar un golpe de estado para recuperar el poder. Ocurre que es peligroso explicarle a Aznar que se ha equivocado porque, con todo lo cafres que son los dirigentes de la derecha actual, todavía no han llegado al nivel de sus fascistas abuelos políticos. Porque como se entere Aznar de nuestro argumento es capaz de responder como el chulo de discoteca clásico: «¡¿Que no tengo huevos!?» justo antes de emprenderla a garrotazos.
Que ya sabemos que, estando Aznar en juego, nunca podemos decir «de esta agua no beberán».