Cada vez que se aplica la Ley de Partidos son más sorprendentes las piruetas jurídicas que es capaz de dar un Tribunal (y una Fiscalía, y una Abogacía del Estado) para argumentar lo indefendible. Como además los vascos de izquierdas independentistas que puedan ser percibidos como batasunos son conscientes de que van a tener muy difícil presentarse, cada vez utilizan instrumentos más próximos a los partidos no ilegalizables, por lo que el argumentario ilegalizador cada vez es más forzado, se basa en más suposiciones, es más rocambolesco.

La anulación ayer de las listas de electores que presentó la izquierda abertzale bajo el nombre de Abertzale Sozialistak era previsible, pues nadie había ocultado que era un instrumento de la vieja Batasuna para presentarse a las elecciones. Sigo sin compartir esa anulación, como sigo sin compartir la ilegalización de partido alguno, pero era previsible. Incluso el hecho de que el nombre y la constitución de las listas se difundiera en una rueda de prensa ha permitido a los jueces no hacer como que se examina lista a lista para ver si efectivamente hay pruebas de que cada una de ellas es hija de Batasuna: se presentó como una estrategia global y ha sido ilegalizada globalmente.

Pero el caso de Acción Nacionalista Vasca es extraordinariamente difícil de entender. Hace unos días hubo un auto de Garzón, basado en informes policiales, que declaraba la inexistencia de pruebas de que Acción Nacionalista Vasca fuera un instrumento de Batasuna. El partido es, pues, tan legal como lo ha sido durante la mitad de sus 77 años de historia. En sus estatutos rechaza la violencia (hecho insólito: no creo que haya demasiados partidos que aclaren en sus estatutos que rechazan la violencia, la dictadura, la guerra… no se suele reflejar en los estatutos, pero ANV lo aclaró hace treinta años) y se salió de la izquierda batasuna en 2000 cuando ETA rompió la tregua (aunque no sé si por ese hecho o por otros). Ni en 1977 (cuando se presentaron los estatutos) ni en 2000 (cuando se salieron de la futura Batasuna) había noticias de la Ley de Partidos, por lo que difícilmente ambos elementos podían ser instrumentos para esquivarla.

Y así llegamos a lo de ayer. Se ilegalizan 133 listas, pero no todo el partido. ¿Cómo saben los jueces que ésas (ni una más ni una menos) son las que son instrumento de Batasuna para saltarse la Ley de Partidos? No se puede suprimir el derecho de sufragio a bulto, especialmente cuando se suprimen unas listas de un partido y no otras (es decir: el problema está en cada una de las listas, no en el partido en sí), sino que tienen que hacer ver que examinan las pruebas que sirven para que la lista a la diputación de Gipuzkoa sea anulada y continuar después con la de Bizkaia y luego con la de tal pueblo y tal otro: así, se tendrían que haber producido 133 exámenes para ilegalizar 133 listas; además, no vale con encontrar en las nuevas listas antiguos candidatos de anteriores listas de la izquierda abertzale, dado que la jurisprudencia niega carácter probatorio a la famosa contaminación. Pongamos que, en un prodigio de agilidad judicial, se despacha cada lista en un cuarto de hora. Sin parar a comer ni descansar, sin interrumpir las discusiones para ir al baño… tan prodigioso tribunal necesitaría treinta y tres horas y cuarto para examinar todas las listas. Sin embargo, la crónica de El País cuenta que las quince horas y media de discusión (que serían menos de siente minutos si hubieran tenido por objeto el examen de cada lista) se centraron en aspectos jurídicos sobre como fundamentar la ilegalización de una parte de un partido legal. No, no se ha examinado cada lista porque no se ha tratado de una decisión judicial que parta de la presunción de inocencia y que prime el derecho fundamental al sufragio (activo y pasivo), sino que ha sido una resolución política en la que la discusión era cómo argumentar una decisión previamente adoptada.

Todo el mundo recita aquello de “primero fueron a por los judíos, pero como no era judío…” pero es muy difícil aplicarlo realmente. En mi caso tenía unas inmensas ganas de que la izquierda abertzale se pudiera presentar a las elecciones para que se pegara un batacazo electoral porque los vascos le exigieran poner la paz y los derechos humanos como prioridad sin circunloquio alguno. Además, me resulta óptima la formula alcanzada por Ezker Batua y Aralar de presentar listas conjuntas formando candidaturas que respeten y potencien los derechos de los pueblos, los derechos humanos y los derechos sociales: esos son los míos y, además, la fórmula es un acierto absoluto.

Mi rechazo a otras opciones no me hace pedir la ilegalización de ningún partido, sino pedir a los ciudadanos que no las respalden en las urnas. De eso iba la democracia, según me contaron de pequeñito.