El pasado viernes hubo una noticia muy positiva que hace pocos meses hubiera sido impensable: la Audiencia Nacional decidió procesar a los tres militares estadounidenses directamente implicados en el asesinato de José Couso. No parece que Estados Unidos vaya a conceder la extradición, pero al menos estos sujetos no pueden pisar suelo español ni, espero, el de los países que tengan convenios de extradición adecuados con España. La familia Couso ha defendido con un esfuerzo increíble, de forma incansable y sin venderse nunca a nadie la memoria del cámara asesinado. Probablemente, cuando comenzaron a reunirse los días 8 de cada mes frente a la Embajada de Estados Unidos en Madrid, los martes frente a la sede del PP de la calle Génova… muchos se harían a la idea de que era un bonito homenaje, pero que no habría posibilidad alguna de que la justicia asumiera que un crimen de guerra es un crimen de guerra, lo cometa un ejército poderoso o uno de tercera división.
El azar quiso que tal procesamiento se produjera el día antes de la reunión en la que se constituyó una plataforma que aspira a llevar a los tribunales a José María Aznar por su implicación personal en una guerra ilegal en la que embarcó al Estado español y que ha venido acarreando terribles consecuencias para Irak y para el resto del mundo, España incluida. Aznar había filtrado a La Razón y a Libertad Digital que demandaría a quien le demandara, lo que se puede interpretar como una primera victoria antes de empezar: está asustado o, como mínimo, incómodo.
Participé en la reunión, que partió de una iniciativa del PCE. En ella estuvimos mucha gente con otras afiliaciones políticas, independientes, militantes de organizaciones por los derechos humanos, asociaciones de abogados,… y la voluntad es abrirnos a todos los ciudadanos, partidos y organizaciones que quieran hacer realidad aquello de que todos somos iguales ante la ley. La batalla será larga y abarcará varios frentes. La punta de lanza es la lucha jurídica, para la que hay una serie de juristas que se pondrán a trabajar. Pero también es imprescindible una cierta movilización social que haga ver que somos muchos quienes queremos que se juzgue a quienes decidieron invadir un país y sumirlo en una catastrófica guerra, de la que son víctimas cientos de miles de iraquíes, pero también los 192 asesinados por los atentados del 11 de marzo, sus cientos de heridos. Asimismo, necesitaremos el apoyo de los partidos políticos que se oponen a la guerra de Irak, a los que pediremos que pasen de las palabras a los hechos, pues es necesario el apoyo de una importante porción del Parlamento para iniciar las acciones por según qué delitos.
De momento se creó la página web www.juicioaaznar.net, que servirá de altavoz de lo que vayamos haciendo. Y se está redactando un manifiesto que en pocos días estará disponible para que la gente lo apoye y lo modifique en lo que sea necesario.
Somos conscientes de que el asunto va para largo. Es posible que no ganemos esta batalla, pero si no la ganamos, no será por no haber luchado. En todo caso, tenemos la firme intención de sentar un precedente para el futuro: los próximos presidentes españoles tendrán que tener mucho cuidado a la hora de embarcarse en guerras ilegales, porque sabrán que habrá ciudadanos dispuestos a enfrentarse a ellos.
Puede parecer hoy utópico procesar a un criminal; eso pensaban hace cuatro años muchos de quienes veían las concentraciones de los Couso.