La retirada de Fidel Castro del poder cubano abre la incertidumbre sobre el futuro cubano. No he leído a nadie, ni a quienes más han defendido durante estos últimos años el régimen cubano, que sostenga que las cosas deben continuar exactamente igual que hasta ahora. Supongo que eso es descartable. Habrá cambios y bien necesarios que son especialmente para los cubanos, pero también para la higiene intelectual de la izquierda, que en buena medida ha disculpado cosas en Cuba que considera intolerables en España o en Estados Unidos. Menos preocupante es la incoherencia de quienes consideran intolerable en Cuba lo que toleran y hasta animan en nuestros países (1), pues no me muestro tan indulgente con los míos, como con quienes tienen el doble discurso como principal instrumento intelectual: en la izquierda puedo entender la ausencia completa de moral, pero nunca la doble moral. Pero hablábamos del futuro de Cuba.

Me gusta mucho la fórmula utilizada en el programa de Izquierda Unida en cuanto al futuro de Cuba (2): “Sólo a los cubanos corresponde determinar su futuro político y social, en el respeto pleno de los derechos humanos”. En realidad eso valdría para cualquier pueblo: autodeterminación y democracia (es decir, el pueblo determina su futuro político y social) con el único límite del respeto absoluto de los derechos humanos. En el caso de Cuba estamos hablando de un país que ha sido durante muchos años un referente en la conquista de importantísimos derechos de los que carecían el resto de americanos, y que de acuerdo con esta fórmula deberán mantener; pero estas conquistas sociales, junto con el embargo y el acoso estadounidense han servido de excusa para impedir injustificablemente el ejercicio de otros derechos como la libertad de expresión o de asociación.

¿Es imposible conseguir derechos políticos y resistir mientras al acoso estadounidense? Pues valiente victoria: resistir una dominación exterior mediante una dominación interior ¿No se puede hacer compatible la vigencia de estos derechos con un sistema económico socialista? Pues apaga y vámonos: la izquierda es y debe seguir siendo una búsqueda de la emancipación de los individuos y colectivos. La emancipación social no puede servir de excusa para la emancipación política. Muchos creemos que no sólo no es incompatible el socialismo con las libertades políticas, sino que algún tipo de socialismo (es decir, algún modelo de democracia en lo económico, en lo social) es condición sine qua non para la emancipación política real; pero como hemos visto demasiadas veces en el siglo XX no es condición suficiente.

Dos vías se le abren a los cubanos.

Una de ellas supondría la conquista de un catálogo de derechos políticos sin renunciar al socialismo (es más: como profundización en el socialismo) y a las conquistas sociales de los primeros años de la Revolución: ello es perfectamente factible, especialmente ahora que Cuba puede apoyarse en Venezuela y Bolivia especialmente en la resistencia exterior. No sería malo que Cuba se mire en los espejos venezolano y boliviano (con las precisas críticas y los necesarios ajustes propios, por supuesto) como formas de alcanzar sistemas económicos más justos profundizando al mismo tiempo en las libertades políticas. El anuncio reciente de una legislación favorable a los primeros derechos de las parejas homosexuales sería una tímida insinuación de ese camino.

Pero son demasiadas las voces que filtran que la vista de quienes parecen acceder al delfinato no está puesta en Venezuela ni en Bolivia, sino en China. China es el máximo ejemplo de un capitalismo brutal organizado por un Estado totalitario sin la menor libertad política. ¿Cómo puede ser ése el ejemplo? Evidentemente la vía china entusiasmaría a Estados Unidos y a la Unión Europea, pues eliminaría el único problema que pueden ver en Cuba: que no es un país que se someta al expolio de sus multinacionales. Remitiéndome a la frase del programa de Izquierda Unida, que ya digo que suscribo absolutamente (y no tendría por qué ser así), que decidan los cubanos (el pueblo cubano, no una camarilla) en el pleno respeto a los derechos humanos. Es decir, que se pongan de espaldas al modelo chino.

Probablemente, pase lo que pase, no empezará a moverse nada hasta dentro de bastantes meses. La cosa será paulatina. Pero lo que podemos descartar es que no se mueva nada y que los poderes internacionales faciliten una democracia plena en Cuba. Impulsémosla desde la izquierda sin un ápice de complacencia. Si no, habremos perdido todo; otra vez.

 

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(1) Es divertido este titular de El PaísEstados Unidos quiere una transición controlada hacia la democracia‘: la primera lectura que hice del titular nada más despertarme me hizo pensar que Estados Unidos tenía pensado democratizarse, pero tras el cafelito entendí que no, que hablaban del ojo ajeno, como siempre.

(2) Está en la página 153 del programa de IU

NOTA: Por problemas técnicos no he podido subir el apunte hasta las 11h. Supongo que mañana volveré al horario habitual.